La última vez que Rosa Elena Ramos Villagómez se contactó con sus dos hijos fue la tarde del viernes 22 diciembre, a través del grupo familiar que compartían en WhatsApp. Ya habían acordado qué cenar en Nochebuena y les consultó sobre un asunto laboral.

El sábado no contestó las llamadas ni mensajes y el domingo, en la mañana, tampoco atendía su celular. Les parecía raro, pero creyeron que tal vez se le había dañado el teléfono. Corrían las horas y Danna, su hija, ya estaba intranquila. A las 13:00 del domingo 24 de diciembre, Danna llegó a la casa, en el sector de San Eduardo (norte de Guayaquil), donde su madre vivía sola, pero ya era tarde. Su madre estaba sin vida, en el dormitorio.

Su tez blanca se había tornado de color morado. “Fue golpeada, me impactó tanto y me alejé”, recuerda Danna, quien pidió ayuda a su enamorado -que la acompañaba- y a una vecina para llamar a la Policía. Los uniformados llegaron, comprobaron su deceso y trasladaron el cuerpo al Laboratorio de Criminalística y Ciencias Forenses, en donde le confirmaron que la causa de su muerte fue “politraumatismos”.

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Danna y su hermano aseguran que su madre fue víctima de femicidio por parte de su expareja, César Narciso P. G., con quien tuvo una relación de pocos meses en el año 2020, pero -añade- la perseguía insistentemente. “Los vecinos lo vieron el viernes en la noche, afuera de la casa, gritando para que le abra la puerta. No lo vieron entrar, pero sí lo vieron salir el sábado en la mañana”, cuenta la joven y añade que una vecina le comentó que en la madrugada del sábado escuchó dos golpes fuertes que la despertaron.

Rosa Elena, de 44 años, denunció a su expareja tres veces por violencia física y sexual (desde el 2020), estuvo en una casa de acogida durante tres meses y se cambió de domicilio cuatro veces, pero siempre la encontraba. “La justicia no la protegió”, dice su hija, afligida e indignada. Las últimas dos denuncias fueron en enero y septiembre de este 2023 y contó con el respaldo de la Fundación María Guare, en donde recibió terapia psicológica y apoyo legal.

El 22 de septiembre de 2023, en flagrancia, fue detenido el agresor por haber violado a Rosa Elena. Pero, en la audiencia de formulación de cargos, la jueza Gladys Hernández le dictó medidas cautelares: uso de grillete y presentación periódica todos los miércoles. Sin embargo, el agresor no cumplió: “Hasta la presente fecha no ha comparecido a la presente Fiscalía, donde se lleva el presente expediente, ni ha acudido a rendir su versión libre y voluntaria en las varias fechas dispuestas en el presente expediente, pese a haber sido notificado en legal y debida forma”, se señala en el proceso judicial, en octubre pasado. El caso se encuentra en instrucción fiscal y, ante el incumplimiento del agresor, el fiscal solicitó que se realice la audiencia de sustitución, revisión, revocatoria o suspensión de medidas cautelares.

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“Lo dejaron libre, no hizo nada el Estado, no lo metieron preso por toda esta burocracia, le hicieron firmar un montón de papeles, la revictimizaron al ir de una Fiscalía a otra, tanto trámite, en ese estado mental y físico la mandaban a hacer todo eso. Es agotador que una mujer haya sido abusada de esa forma y tenga que seguir siendo víctima de todo el sistema. Mi mamá ya estaba harta, solo quería que lo metan preso, porque no iba a estar segura hasta que no esté preso”, lamenta su hija.

En este mismo proceso, Rosa Elena había sido citada para que el 5 de enero de 2024 rinda nuevamente su versión en la cámara de gesell, diligencia que fue suspendida en dos ocasiones por un corte de luz y porque el técnico se fue de vacaciones; y el 8 de enero debía regresar para la audiencia de evaluación y preparatoria de juicio.

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Le han fallado a esta señora, como a tantas, le ha fallado el estado, y la revictimizaba cada vez que iba (...) Es una persona que cumplió todos los protocolos para salvaguardar la vida, estuvo en una casa de acogida, se cambió de domicilio en cuatro ocasiones, puso tres denuncias, es una persona que llamaba a la justicia a gritos y es ahí donde la justicia falla

Cira Lucas, abogada de la fundación María Guare, quien llevaba el caso de Rosa Elena.

Rosa Elena era una mujer “luchadora, valiente. Fue activa, acudía dos o tres veces por semana a citas psicológicas y con la abogada”, comenta Lourdes Euvin, presidenta de la fundación María Guare, en donde en este año se han atendido 1.235 mujeres víctimas de violencia y a un total de 6.700 familiares.

“Que se haga justicia, que atrapen al sujeto y pague por lo que le hizo a mi madre”, dice su hijo Bruno, mientras su hermana Danna recuerda una frase que su madre les repetía y que también la compartió en sus redes sociales: “mientras haya deseos de luchar habrá esperanza de vencer”. (I)