La llegada del fin de año y el transcurso de este mes generan dolor en la familia de Keyla, de 5 años, ya que reviven parte de lo ocurrido en medio de una balacera. Hace casi un año, un evento violento cambió su vida y la de su familia.
El 1 de enero del 2024, en la cooperativa Gallegos Lara, ella jugaba con un triciclo mientras familiares y amigos del barrio disfrutaban de los festejos por el nuevo año, cuando se produjo un ataque violento.
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Alrededor de la 1:00 de ese día, una serie de detonaciones de arma de fuego interrumpió el ambiente festivo. Unos hombres en moto persiguieron a un sujeto y le propinaron varios disparos.
En medio del temor, los familiares trataron de resguardarse en las casas; sin embargo, un disparo alcanzó a la menor.
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El proyectil le dañó totalmente el tabique y el ojo izquierdo. El globo ocular se reventó por la bala.
En estos días previos al fin de año, la detonación de juegos pirotécnicos revive los recuerdos de ese episodio. Por ello, la infante, de 5 años, intenta resguardarse con sus padres y ya no disfruta estas fechas como antes lo hacía.
Kerly Hernández, su madre, menciona que tras el ataque solo se encomendaron a Dios para que ella siga viviendo.
Desde ese momento, ella recibe tratamientos psicológicos para buscar superar el trauma y, a su vez, sigue con revisiones de especialistas en oftalmológica y maxilofacial en el hospital Roberto Gilbert.
“No lo dice, pero nosotros nos damos cuenta por sus actitudes: ella se asusta y se pone a llorar”, remarcó su madre sobre el temor de la infante.
Ahora, la menor tiene un injerto en la nariz y prótesis en el ojo izquierdo. Con autogestión y apoyo de allegadas pudieron avanzar en las terapias y adquirir las prótesis para ella.
La madre de Keyla, quien está en estado de gestación de su tercer hijo, explicó que debe renovar la prótesis dependiendo de la evolución y crecimiento de la menor y además seguir con citas de tratamientos con especialistas.
En ello se necesitan alrededor de $ 1.500 de manera anual. “Tenemos hasta febrero. Si no se cambia, podría haber una infección o se le puede achicar el vacío (donde estaba el ojo)”, explicó la progenitora.
Por dificultades económicas, los padres de la menor piden ayuda a ciudadanos y fundaciones, puesto que ya no pueden acarrear los gastos de tratamiento y prótesis.
Estos implementos deben ir cambiando gradualmente al menos hasta los 18 años, conforme alcance el final de su etapa de crecimiento.
En medio de la actual situación de crisis económica, racionamientos eléctricos, el padre de la menor ha tenido merma en sus labores como maestro de obras civiles; y, a su vez, la mujer quedó desempleada luego de ser desvinculada de un local de un mercado de venta de arreglos florales.
Keyla, que cumplió 5 años en octubre anterior, es la segunda hija de Kerly.
Pese a la pérdida en el ojo, Keyla continúa sus estudios en segundo año de inicio de un plantel educativo. A ella le gusta cantar y bailar en sus actividades regulares y se muestra como una niña activa.
Entre sus deseos, su madre contó que ella sueña culminar sus estudios y alcanzar una profesión como médico pediatra para tratar a los niños que padecen de dolencias y también ser policía, ya que desea atrapar a quienes les hacen daño.
Esta familia no celebrará las festividades de Año Nuevo como en veces pasadas. Pasarán encerrados en su hogar.
Ellos esperan que cesen los ataques que involucran a víctimas colaterales. En esta época también un compañero de su hija fue víctima colateral producto de una bala perdida y fue hospitalizado.
“Los niños no tienen la culpa de las acciones que otros cometan. Vemos cómo otras madres sufren por sus hijos”, remarcó la madre. (I)