Cuenca
Sin duda se trata de uno de los crímenes más atroces cometidos en Cuenca. La noche del 23 de agosto de 2022 un hombre fue asesinado de una manera escalofriante: lo colocaron en una bañera de bronce y luego lo cubrieron con cemento y unos tablones de madera.
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El caso sigue en investigación previa y no se ha detenido aún al principal sospechoso, a más de un año del suceso.
Un delito de este tipo no se había visto antes en la capital azuaya y eso lo verificaron los propios bomberos. Esa noche, la labor de rescate fue liderada por Jorge Guerrón, quien luego de la intervención declaró a la prensa que en todos sus años en la institución y tras haber participado en cientos de actividades, era la primera ocasión que se encontraba con un cuadro de este tipo.
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Para sacar el cuerpo del concreto fraguado tuvieron que utilizar equipos especializados conocidos como USAR (Urban Search and Rescue), que generalmente se aplican para levantar estructuras colapsadas en terremotos.
Romper el concreto les tomó cerca de una hora y al salir Guerrón también comentó que, por su experticia en estas situaciones y la descomposición del cadáver, la muerte del hombre habría ocurrido unos cinco o seis días antes del hallazgo.
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Con el pasar de las horas se determinó la identidad de la víctima. Se trataba de José Octavio Tapia Uzhca, de 62 años, quien según relataron algunos de sus allegados regresó de vivir en Estados Unidos, donde trabajó durante varios años, para radicarse en Cuenca.
No tenía hijos, pero sus allegados siempre estaban pendientes porque además eran sus vecinos en aquella polvorienta calle sin retorno ubicada en el barrio El Cebollar, en el norte de la capital azuaya.
Por esos días quien también se refirió al misterioso crimen fue el fiscal de Azuay, Leonardo Amoroso, que tras escuchar la versión de una sobrina de la víctima explicó a la prensa que el 18 de agosto (cinco días antes del descubrimiento) se percataron de la presencia de un joven en la casa de Tapia que además vestía algunas prendas y lucía joyas del hoy occiso.
La sobrina del sexagenario se acercó a preguntarle por qué las tenía y respondió que Tapia se las había obsequiado. Era un joven de unos 25 a 30 años.
“El cadáver estaba en una tina con concreto. Inicialmente se pudo verificar que presentaba indicios de violencia. Y luego se procedió con el personal de la Policía Nacional y el Cuerpo de Bomberos para sacar el cadáver, que estaba en estado de descomposición”, señaló el fiscal Amoroso en ese entonces.
El mismo día en que se halló el cadáver se generó otra alerta y fue la presencia de una camioneta en la puerta del departamento. En el vehículo hubo quienes se llevaban algunos muebles, que luego se conoció fueron vendidos por internet a terceros.
Eso le pareció extraño a Fernando Pérez, un sobrino político de Tapia, porque el hombre era un coleccionista y “no vendía ni un clavo”.
Recordó que el sábado 20 de agosto de 2022, mientras caminaba a ver a sus hijos, “el muchacho que pasaba con él” le dijo “¿Fernando, ya te vas?”. Esto le pareció inusual porque solo eran conocidos y no tenían la confianza para tutearse.
Le mencionó que ese día estaban celebrando con unos amigos, por lo que le respondió: “Pónganse las pilas”. Y se retiró intranquilo a seguir con sus actividades.
El domingo 21 tocó la puerta de la casa de Tapia y lo llamó al teléfono, pero no tuvo respuesta.
Y aunque el resultado de la autopsia nunca fue revelado, Sonia Cabrera, sobrina de la víctima que ingresó a la escena del crimen, señaló a la prensa que alrededor de la tina metálica había un poco de cemento regado en los alrededores y un cuchillo estaba con manchas de sangre, pero sobre todo había un mal olor.
Un año después del crimen, un equipo de este Diario retornó a la casa para hablar con la gente cercana a Tapia y conocer el avance de las indagaciones.
Algunos vecinos que viven unos 20 metros más abajo dijeron sentirse indignados porque aportaron muchos elementos a la Fiscalía para dar con el responsable, pero hasta ahora todo está impune.
Ellos no quisieron ahondar en detalles porque cualquier declaración oficial la iban a dar luego de un consenso interno, indicaron los moradores. Se insistió por varias ocasiones, pero hasta el viernes 8 de septiembre nadie quiso pronunciarse sobre el caso.
Comentaron que el departamento donde se halló a José Tapia sin vida sigue cerrado, no ha entrado ni salido nadie desde la fatídica noche del 23 de agosto del año pasado.
Los demás departamentos de la misma vivienda sí están ocupados, habitualmente la gente entra y sale, contaron los vecinos.
El movimiento en las calles José Ortega y Platón, en el barrio El Cebollar, es tranquilo. Y eso lo certifican los vecinos del lugar, quienes contaron que desde la noche del 23 de agosto del año pasado nada se ha observado o escuchado.
Aunque se conocían poco con Tapia, la referencia que tienen de él es que se trataba de un hombre tranquilo.
Este Diario también ha requerido información del caso en múltiples ocasiones a la fiscalía provincial, pero hasta hace poco la respuesta fue que sigue en investigación previa y no hay detenidos.
Un dato que los parientes de la víctima dieron a las autoridades es que el presunto asesino sería un trabajador que ejecutaba alguna obra en la vivienda del ahora occiso. (I)