Aunque dice sentirse en paz y aclara que no le desea el mal a nadie, María Flores siente que le debe a su hija justicia. Por eso, aún espera que el hombre que la mató sea atrapado.

María Fernanda Fernández de Córdova Flores fue la víctima de un espeluznante crimen que alarmó a muchos hace once años en Guayaquil.

Tenía 21 años y su exnovio, según las investigaciones, la mató a martillazos en una zona residencial de la ciudad.

Tras el crimen, la madre incluso fue contactada por el entonces ministro del Interior, José Serrano, y hasta el expresidente Rafael Correa, quien pidió celeridad y gestionó el ingreso del sospechoso en el listado de Los Más Buscados, al igual que ocurrió hace poco en el caso de María Belén Bernal.

También el Ministerio del Interior ofreció una recompensa y se emitió alerta roja a la Interpol para capturar a Carlos Eliut Campos Crespo, quien habría matado a María Fernanda en su departamento ubicado en Lomas de Urdesa, la tarde del 4 de octubre de 2011.

Según la investigación, le dio 29 martillazos en la cabeza, destrozando su cráneo, y luego huyó del lugar con una maleta después de llamar a su cuñada y contarle que “se le había pasado la mano”.

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Han pasado once años y se han tenido alertas de que supuestamente fue visto en Perú, en Colombia y hasta en España, pero aún no es capturado.

La madre de María Fernanda ha revivido todo el sufrimiento de la pérdida de su hija tras conocer los detalles del femicidio reportado en la escuela de la Policía de Quito, pues asegura que a su hija también trataron de desaparecerla.

María y su hermano Christian cuentan que el cuerpo de la universitaria de 21 años estaba envuelto en una sábana cuando llegó la Policía, que habían tratado de limpiar la sangre del piso, pero el hecho fue tan violento que había muchas salpicaduras en el techo del departamento, por eso presumen que el hermano del femicida terminó llamando a la Policía y reportando el crimen.

Roberto Campos Crespo hoy tiene 50 años y es buscado por el asesinato de María Fernanda Fernández de Córdova Flores. Foto: Captura de web del Ministerio del Interior

“Viendo los videos del ingreso creemos que la mató entre las 17:30 y las 18:00, él se va a las 18:30 con una maleta, pero recién llamaron a la Policía como a las 23:00. Creo que no pudieron sacarla porque el pasillo era muy angosto”, comenta Christian Flores, quien acompañó a su hermana en el proceso y dice que la Fiscalía cuenta con todas las pruebas.

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El abogado Raúl Llerena fue el representante legal de la familia de María Fernanda cuando se dio el crimen. Él fue al reconocimiento del lugar de los hechos y cuenta que se quedó impresionado por la escena.

“Era como ser parte de una película de terror. Pusieron el luminol y había tanta sangre hasta el techo como si hubieran descuartizado a alguien en esa habitación, por eso a Roberto Campos Crespo se lo conoció como el Martillador”, expresa el jurista.

Llerena también señala que en esa época se dijo que el hermano y el cuñado del sospechoso lo habrían ayudado a escapar, pero no fueron procesados porque entonces no existía la figura de fraude procesal.

“El hermano eran un alto oficial de las Fuerzas Armadas y el cuñado supuestamente había sido un policía”, indica el jurista.

El tío de la víctima dice que a las pocas horas de haber matado a María Fernanda, Roberto Campos selló su pasaporte en la frontera sur y nunca más se supo de él. A las 03:00 del 5 de octubre la familia se enteró del crimen. Tenían horas buscando a María Fernanda.

El abogado reconoce similitudes con el caso de la abogada Bernal y espera que el crimen de la quiteña no tome tantos años.

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María Flores hoy tiene de 60 años. Cuenta que María Fernanda era su única hija, que le faltaba un año para terminar su carrera de Marketing y que la última vez que la vio con vida se despedía de la mano desde el expreso que en las mañanas la llevaba a su trabajo.

“Me quedé con esa imagen en mi mente, yo no la pude ver después, no fui capaz. No pude vestir el cuerpo de mi hija, le había destrozado su cabeza”, lamenta la mujer, que dice entre lágrimas que le hubiera gustado ser abuela, cree que hubiera sido una buena abuela y una buena suegra.

Ella aclara que su hija tuvo una amistad con Campos Crespo durante unos seis meses y luego fueron enamorados dos meses, pero que terminó la relación porque supuestamente era celoso y posesivo.

“Hasta un día le quitó el chip del celular porque no quería que tuviera amigos. Yo creo que a mi hija la drogó para llevarla esa tarde a su departamento porque hasta había alquilado un carro. Él no iba en su carro ese día”, comenta la madre que cree que hubo premeditación.

Hoy, María se refugia en sus cinco hermanos y sus sobrinos. Cuenta que ha encontrado la paz y que durante los primeros diez años iba el 4 de cada mes a ver a su hija al cementerio.

El año pasado decidió dejarla descansar, pero sostiene que no pierde la esperanza de un día volverse a encontrar con ella.

Pide a la Policía trabajar en su caso, activar los procesos y rastrear a Campos, quien hoy tendría 50 años.

“Yo sé que la Policía cuenta con la tecnología, pero se han olvidado de mi caso”, sentencia Flores. (I)