Fue la noche del martes cuando un docente de Guayaquil, en su actividad extra para generar ingresos para su familia, fue secuestrado, golpeado y baleado en la pierna.
Aproximadamente a las 22:00 del 1 de julio tomó una carrera en el sur de Guayaquil por un aplicativo móvil y al llegar al primer punto solicitado fue amedrentado por los clientes, tres hombres y una mujer.
Los supuestos pasajeros lo obligaron a pasarse a la parte trasera del vehículo, mientras la mujer tomó el mando del volante.
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Evelin Valencia, esposa del docente, relata que al menos 30 minutos lo mantuvieron retenido, dando vueltas y amenazándolo con un arma.
En ese lapso lo golpearon en diferentes partes del cuerpo, le metieron los dedos en los ojos y le aplastaron la cabeza.
En un determinado momento, cuenta Valencia, para esquivar los golpes se cubrió la cabeza y el rostro, pero fue allí cuando le dieron un disparo en la pierna.
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Luego de ello lo dejaron abandonado en la vía Perimetral atado de pies y manos.
El catedrático quedó en una especie de pendiente en la Perimetral, a la altura de Los Ceibos. Al estar atado de pies y manos, y con un disparo en la pierna, él se arrastró unos 6 metros hasta llegar a un costado de la vía y pedir ayuda.
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Orlando Macías, hermano de la víctima, contó que estuvo casi dos horas gritando hasta que un taxista lo socorrió. Esta persona fue quien llamó a la ambulancia, a la Policía y trasladaron a Christian Macías, un catedrático de ingeniería química, hasta una casa de salud.
“Si la intención era llevarse el carro, no tenían que dispararle. Él se aferró a la vida porque estaba maniatado, baleado y se arrastró hasta que alguien lo pudo ayudar”, manifiesta.
Primero intentaron ingresarlo en el hospital del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social (IESS) de Los Ceibos, pero por falta de espacio lo trasladaron al Teodoro Maldonado Carbo en el sur.
En este último establecimiento está internado desde la madrugada del miércoles cuando lo intervinieron quirúrgicamente.
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La bala le provocó una fractura multifragmentaria diafisiaria de fémur. Es decir, que producto del disparo se destrozó parte de su pierna. Según sus familiares, la bala no alcanzó una arteria y por ello no tuvo una hemorragia.
“No cualquiera hubiera salido de allí, se hubiera arrastrado con la pierna rota, con el dolor. Un ángel se compadeció de él y lo ayudó”, comenta Macías, quien señala que su hermano llegó con una infección que se tuvo que estabilizar para evitar amputación de la pierna.
En el hospital se sometió a una primera cirugía en la que le colocaron unos tutores, estos son fijadores externos para ayudar a mantener los huesos en posición para que puedan curarse y crecer. También se reconstruyó parte del músculo que se afectó con el paso del proyectil.
Sin embargo, se requiere una segunda intervención que le devuelva la funcionalidad a la pierna y así vuelva a caminar. Esta operación alcanza los $ 20.000.
“Lo que buscamos es que se acelere la derivación a una clínica, a un prestador que pueda hacerse cargo de la operación que se requiere”, dice la esposa del afectado, quien añade que sale de las manos costear una intervención de esa magnitud.
Su hermano cita que esta segunda operación le permitirá retomar su vida, aunque con una rehabilitación de casi un año.
“Esperamos que alguna clínica se pronuncie y tome a cargo”, menciona Macías. La familia ya realizó el trámite correspondiente de derivación para obtener la cirugía.
En redes sociales se han difundido imágenes en la que se pide unirse por la recuperación del docente.
Actualmente, la familia -quien ya colocó la denuncia del caso- gasta un promedio de $ 100 diarios en la compra de implementos que son requeridos para el cuidado diario. (I)