Zhittya en ucraniano o Vida en español es su nombre. Este lunes, 14 de marzo de 2022, cumplió 2 meses edad y coincidencialmente ya está en Ecuador. Llegó en el tercer y último vuelo humanitario al aeropuerto internacional Mariscal Sucre de Quito, que trajo al país a los ecuatorianos y a sus familias que dejaron Ucrania, que fue invadido militarmente por Rusia.

Vino con sus padres: Viviana Santillán y Jefferson Sarzosa.

Viviana contó que la travesía ha sido muy cansada. Narró que salieron de Kiev, la capital de Ucrania, en vehículo y pudieron llegar a la frontera con Polonia.

“Con la bebé hemos logrado pasar por controles”, comentó ya en territorio nacional.

Explicó que junto con su esposo vivían en Ucrania más de diez años. Ella estudió Negocios Internacionales y Economía. Después se graduó y consiguió trabajo.

La idea inicial, agregó, era ir a una ciudad diferente, pero siguieron avanzado –desde el pasado 23 de febrero– lugar tras lugar hasta llegar a Polonia.

“Los ucranianos son muy buenos, tal vez al final ya no tan buenos, acompañaron más a los suyos, pero a nosotros nos han dado comida, nos ayudaron a cambiar llantas, nos hicieron pasar por controles y en Polonia nos abrieron los brazos, nos dieron desde pañales porque hemos salido sin nada”, indicó con la voz cansada de tanto trajinar.

En Varsovia dejaron a un familiar el vehículo en el que se desplazaron.

Cuando se le pregunta ¿por qué retornaron en el tercer vuelo humanitario? Con un suspiro responde que se aferraban a volver a su hogar.

“Teníamos allá una vida completa”, expresó, por lo que dijo que van a retomar energías para regresar.

“Tenemos que comenzar de nuevo. Lo hemos perdido todo”, expresó. Descansarán física y psicológicamente entre los suyos.

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Viviana si bien sostuvo que el nombre de su hija Vida o Zhittya no tiene relación con lo que sucede en Ucrania, para ellos su bebe es un ángel.

Jefferson también estudió Negocios Internacionales hace ya diez años; se quedó en Ucrania.

“Por trabajo, porque ya se acostumbra a la vida, ya tenía familia, mi esposa”, indicó el motivo para haber fijado su residencia en Europa.

Toma una profunda respiración tras preguntarle que ahora esa vida quedaría atrás. Responde que hay esperanza de volver.

“Sí, si quisiera regresar. Está mi casa, mis cosas, todo está allá”, indicó.

Rememora el pasado. Recuerda que dejó Ecuador debido a que fue a estudiar porque era más económico y por el nivel de vida.

Trabajaba en una empresa financiera.

Narró que estuvieron entre tres y cuatro días en su vehículo intentando salir de la frontera.

Travesía

“Salimos a las cinco de la mañana porque nos llamaron a decir que teníamos que salir, que era inseguro, y por la bebé tratamos de salir lo más rápido posible”, agregó.

Afortunadamente en su trayecto a la frontera con Polonia no hubo bombardeos.

En ese país los recibieron estudiantes ecuatorianos y los llevaron donde una orden religiosa. Luego a Varsovia.

A último momento decidieron embarcarse en el tercer vuelo humanitario. No está como para volver por ahora, sostuvo.

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En Ecuador intentarán buscar empleo, pero con la esperanza de volver a la patria que los acogió.

En este último vuelo humanitario, según comentó el canciller Juan Carlos Holguín, viajó la pasajera más joven con 1 mes 4 días de nacida.

“Ha cruzado Ucrania en brazos de sus padres. Ahora llega a Ecuador a salvo y con la esperanza de un futuro aquí. Nuestro homenaje a sus padres (¡y a ella!) por su valentía. Bienvenida, Amelia!”, indicó el funcionario.

Amelia y Zhittya fueron parte de los 190 pasajeros del último vuelo de repatriación del Gobierno ecuatoriano y entre ellos hubo 9 colombianos, 4 peruanos, 32 ucranianos y 145 ecuatorianos. Además de unas 40 mascotas.

Estudiantes y extranjeros

Los exteriores del aeropuerto de Quito volvieron a transformarse en un espacio de encuentro, llantos y alegría. Mientras aguardaban la salida de sus familiares de migración los minutos pasaban lentamente hasta que por fin empezaron a llegar en buses hasta uno de los parqueaderos de la terminal aérea.

En el lugar se colocaron sillas y carpas para cubrir del sol a los familiares. Hubo además presencia policial y de organismos internacionales. Se colocaron mallas metálicas para dividir el lugar de llegada y recepción de los viajeros.

Los allegados llevaron carteles, globos, flores y con los teléfonos celulares estuvieron listos para inmortalizar el retorno de sus seres queridos.

En Hungría, indicó Saskia Villarreal, de 21 años, vivió momentos de incertidumbre y la Asociación de Ecuatorianos en ese país la acogió en un refugio. “Nos dio posada porque Ecuador no estaba preparado para esto”, mencionó en medio de cuestionamientos a la gestión de algunos funcionarios de Cancillería. Ella estudiaba Medicina en tercer año en la ciudad de Zaporiyia. Desconoce aún qué pasará con sus estudios.

Esa misma carrera cursaba Marjorie Aguayo, de 25 años, quien estaba a punto de terminarla. Afirmó sentirse bien, feliz, tranquila con su familia. Por ahora su prioridad en Ecuador será descansar y luego ya verá.

Su tío José Sanguña fue uno de los familiares que la recibieron. “Venimos a recibirle, de este viaje (...), sortear muchos peligros, muchos obstáculos para poder estar aquí nuevamente con nosotros”, señaló.

Mónica Sanguña indicó que ahora habrá que empezar de cero y ver qué pasa. Su hija –mencionó– sacó un puntaje superior a 900 para seguir cualquier carrera en la universidad ecuatoriana, pero no lo obtuvo pues aseguró que era un colegio privado.

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“La verdad muy agradecida con Dios. Han sido momentos de angustia, de espera, de incertidumbre el saber que una hija tiene que abandonar todo, coger caminos botados, no tener un sitio seguro...”, expresó.

Cristina, de nacionalidad ucraniana, comentó que se sintió muy mal por tener que dejar su país, porque no sabe qué es lo que va a suceder.

De acuerdo con registros de Cancillería, en Ucrania había 870 ecuatorianos. Con el tercer vuelo humanitario, que salió de Polonia e hizo una parada en Hungría, unos 700 compatriotas ya habrían vuelto. (I).