Ana María Palacio, médica cardióloga e hija del expresidente Alfredo Palacio, repasa el legado de su padre a un mes de su fallecimiento. Cuenta a este Diario el impacto que el exmandatario dejó en la ciencia, la medicina y la política ecuatoriana.

Palacio destaca el compromiso de su padre con la salud pública, su visión adelantada a su tiempo y la convicción que lo llevó a dejar la Presidencia en el 2007 sin buscar la reelección y dice que uno sus legados más importantes fue el plan de aseguramiento universal en salud, un proyecto técnico y sostenible diseñado con la Universidad Johns Hopkins, que sigue vigente y puede ser retomado por cualquier presidente: “Está ahí, está escrito, el Ecuador ya lo pagó”, recuerda.

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¿Cuál que fue el legado que dejó su padre para la ciencia y la medicina?

El legado científico tiene varias dimensiones, él hizo un impacto en la ciencia en sí mismo, pero también en la educación, en la forma en que se practica medicina en el Ecuador. Él era una persona con una visión privilegiada, de esas personas que están adelantados a su tiempo, un poco. Regresó de su entrenamiento en el año 74 y para el 80 publicó el primer libro en ecocardiografía bidimensional, no del Ecuador sino del mundo, era un tema que estaba en pañales (...) publicó este libro en inglés en una editorial americana.

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Uno de sus últimos estudios se derivó del COVID-19, ¿cómo fue esta investigación?

Él era muy visionario y siempre se hacía preguntas de todo tipo, inclusive las científicas, y eso lo llevaba a estudiar. Él estudiaba muchísimo. Diariamente, él estudiaba medicina y para mí eso fue un ejemplo y para todos los que nos entrenamos con él de alguna manera... cuando vimos lo del COVID, hubo muchas personas que empezaron a tener infartos, accidentes cerebrovasculares después del COVID, ahora sabemos que produce microcoágulos, pero temprano en la pandemia él estaba muy curioso sobre este tema y empezamos a hacer estudios y a investigar lo que estaba sucediendo con las enfermedades cardiovasculares en el Ecuador y publicamos un manuscrito en una revista americana sobre que en el Ecuador el riesgo cardiovascular está subiendo en vez de bajando.

Y en lo político, ¿cuál cree que es legado que dejó el doctor Palacio?

También es multidimensional, él ante todo era un ser humano generoso, que quería el bien común, hizo el acercamiento a la política para ser vicepresidente como médico, quería compartir sus conocimientos y por eso creó una institución para compartirlos y formar cardiólogos. Cuando fue presidente él no tenía partido político, quería el bien común, continuar el trabajo que había iniciado como ministro en el gobierno de Sixto Durán-Ballén y hacer una reforma de salud para proveer aseguramiento universal a todos los ecuatorianos y esa era la plataforma que le dijeron sí vas a poder continuar con ese trabajo. El rato que se vio como presidente, él nos demostró que su legado es la libertad y la democracia, quería, sobre todas las cosas, que el Ecuador sea un país independiente, libre y democrático.

¿Cómo recuerda el gobierno de su padre?

Él quería que Ecuador sea un país democrático y por eso se dedicó los 21 meses que fue presidente a fortalecer las instituciones y podemos estar seguros de que eso lo hizo, dejó a un Ecuador con elecciones libres, independientes y transparentes. Y eso es lo que él quería que el Ecuador se fortalezca en su democracia y en su capacidad de generar riqueza personal. Creía en la inversión en el ser humano. Él era un humanista, él creía en la inversión en el ser humano y por eso que él creía que el aseguramiento universal de salud era una pieza fundamental para que el Ecuador sea un país que produzca más riqueza.

¿Cómo cambió para ustedes como familia el que se haya convertido en presidente?

Fue difícil, nosotros somos una familia muy unida, que soñaba junta. Siempre soñamos juntos y nuestros sueños habían ido más por la medicina. De hecho mi papá había fundado el Incap, Instituto Nacional de Cardiología, con el nombre de mi abuelo. Y ahí fue que entrenó a docenas de médicos. Ahí yo, mi esposo, mi cuñado y amigos míos nos entrenamos y nuestro sueño siempre había sido hacia la medicina, crear centros de investigación. Pero él siempre hablaba de la justicia en la salud, de que no podía haber paz sin equidad de salud. Lo apoyamos cuando iba a ser vicepresidente y cuando se convirtió en presidente. Mi esposo, mi cuñado estábamos terminando nuestro entrenamiento en Estados Unidos, inspirados un poco por él y en lugar de estar planeando el regreso, él nos dijo este no es el momento para regresar. Nos decía si ustedes regresan ahorita van a recibir ofertas de todo tipo, todo el mundo va a querer darles algo porque van a estar probablemente esperando algo a cambio. Nos decía, hay que ser honesto, pero también hay que parecer honesto y fue un golpe, un momento tan abrupto porque nunca imaginamos que iba a ganar y nos tocó asimilar que nos íbamos a quedar en Estados Unidos para no dar ninguna impresión de que nos estamos beneficiando y nos dijo ya habrá tiempo cuando yo termine de ser presidente.

El programa de Aseguramiento Universal en Salud fue una de sus acciones emblema, usted colaboró en él en cierto momento.

Yo estaba haciendo mi posgrado cuando el era vicepresidente en la Universidad Johns Hopkins y justamente fue la que ganó la competencia para hacer el proyecto de aseguramiento universal, lo había ganado años atrás. De hecho, yo me inspiré a ir a John Hopkins porque conocía el equipo que fue en 1995 al Ecuador, cuando yo era estudiante, a hacer un estudio y a mí me impresionó mucho. Ahí yo participé, me invitaron, la gente de Johns Hopkins me invitó a que yo sea parte del equipo para el asunto del idioma y para que pueda facilitar las relaciones en el país y lo hice gratuitamente, era una oportunidad. Yo estaba estudiando otra cosa y mi papá me dijo ‘te está llamando tu país y vas a servirlo, a todos nos llama en algún momento’ y ese fue también parte de su legado y me dediqué los 20 meses, fue también un sacrificio, porque yo ya tenía familia, hijos pequeños, ir y venir.

¿En qué consistía este plan de salud?

Fue muy gratificante ver a mi padre realizar un sueño, ver el aseguramiento universal funcionar, aunque haya funcionado por el corto tiempo que funcionó, porque desgraciadamente en la siguiente administración lo retrocedieron. Funcionó en las tres ciudades: Guayaquil, Quito y Cuenca como modelo descentralizado que han utilizado otros países. Mi papá estudió muchísimo los modelos de reformas de todos los otros países. Se entrevistó con presidentes, con ministros de Salud para comprender los pros y los contras de diferentes modelos de cómo gobernar un aseguramiento universal y cómo financiarlo. Y él entendió que había que separar la provisión de la financiación, es decir, que los que financian no sean los mismos que dan la salud, porque así uno evita la corrupción y el modelo descentralizado para que los modelos de salud, los servicios que uno presta, sean más ajustados a las realidades locales de cada sitio. Entonces era a través de los municipios y se aseguró a un millón de personas, utilizando parte del bono solidario, en lugar de producir el alza, y el problema que hubo es que el plan original que él tuvo junto con Hopkins, esto era un plan que no se le ocurrió a él fue un proceso estudiado por John Hopkins. Ellos hicieron un plan de que el seguro tenía que empezar con unas garantías básicas, es decir. con unas garantías explícitas básicas que con el paso de los años, al ir aumentando la base de asegurados, se vaya expandiendo. Si se hubiera implementado como se planeó, la cantidad de patologías que se cubrían iban subiendo con los años hasta que se cubría casi todo, a los siete años estaba cubierto todo el Ecuador por la mayoría de las patologías. Lo que sucedió es que, en cambio, de una manera un poco demagógica, se implementó de otra manera. Se implementó con que el IESS tenía que pagar a todo el mundo y todo se cubría y básicamente es un estrés en el sistema sin fortalecer lo primero. A veces lento es más rápido y eso es lo que falló. Lo único que continuó fue esta venta y compra de servicios con el Seguro Social, que si estaba planteado de una forma inteligente de que se desarrollen, de que no haya duplicidad de recursos, pero la forma en que se implementó causó mucho estrés en el sistema.

¿Este programa de Aseguramiento Universal en Salud es otro legado que dejó su padre?

El aseguramiento universal de salud era su bebé, era su pasión. Él lo miraba como una pieza fundamental del desarrollo del Ecuador para generar una población sana y con oportunidades. Y está ahí, está escrito. El Ecuador pagó por ese estudio y cualquier presidente lo puede poner en marcha. Me encantaría que el presidente Daniel Noboa, y sobre todo porque la doctora Annabella Azín también ha tenido esa pasión de la salud para el Ecuador, se familiaricen otra vez con este estudio porque está ahí y fue algo que ya el Ecuador pagó. Sería fabuloso que alguien lo vuelva a retomar, es muy profundo de la realidad del Ecuador y de cómo el Ecuador podía empezar a financiar un seguro de una manera sostenible.

¿Ustedes como su familia tuvieron algo que ver en su decisión de no buscar la reeleción en el 2006?

Nosotros estuvimos muy orgullosos y lo apoyamos. Mi mamá creo que fue una primera dama de lujo, dedicada a la infancia y trabajó mucho en lo del tráfico de mujeres. Fue duro no tenerlo, nosotros estábamos acostumbrados a compartir mucho tiempo y de repente él era presidente y no teníamos la cercanía con él, fue difícil, pero hubiéramos continuado si él hubiera decidido correr de nuevo. Sin embargo, fue decisión exclusivamente de él... mucha gente le decía, ‘pero tú tienes todavía tanto por hacer, recién como que has organizado un poco la situación y ahorita es el momento de construir’. En los últimos meses, mi papá dejó al Ecuador con 2.000 millones de dólares, que lo puso en una cuenta del Feirep (Fondo de Estabilización, Inversión Social y Productiva, y Reducción del Endeudamiento Público) que era para ciencia y tecnología y desarrollo y que se empiece a producir energía eléctrica. La gente le decía tienes tanto por da y él dijo el problema es el precedente de que hay cualquier presidente que empiece a decir yo quiero seguir y puede seguir y vimos que eso sucedió después, pero él pensó que era un presidente que no podía darse porque el pueblo ecuatoriano tiene que escoger su presidente, sabiendo que iban a ser por potencialmente ocho años.

Su padre gobernó sin tener partido y sin tener mayoría en el Congreso.

Él era un hombre humanista, honesto, íntegro, que amaba a su país, que hizo todo lo que pudo por servirlo. Es un ejemplo para nosotros y sobre todo para los jóvenes, de que sí se puede y ahora tenemos un presidente joven, tenemos un gabinete joven y lo que a mí me llamó mucho la atención cuando fue presidente es que escuchaba las voces de todo el mundo. No estaba alineado con otros expresidentes. Sin embargo, los llamaba. Y el detalle era que no había politiquería, había el decir aquí está una idea para el Ecuador, les parece o no les parece y él pensaba que había que servir al Ecuadory retirarse, no tener esa cosa de ser político profesional, porque empieza el problema de la corrupción. La política es un servicio y eso es lo que él pensaba. (I)