De casa de acogida, a casa del horror. Del maltrato y la humillación. Un espacio en el que conviven un año, al menos 22 personas, en Madrid, empezó a ser descrito, por las víctimas, como una cárcel y lleva, ya no como secreto a voces, uno de los peores nombres: “Guantánamo”.

Quienes denuncian son mujeres. Para ellas abrieron las puertas de la casa de acogida, donde la idea era recibir y ayudar a aquellas que escapaban, junto a sus hijos, de la violencia de sus parejas, informa El País.

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Ese “Guantánamo”, de España, disimula bien lo que aseguran ocurre en su interior.

“Tiene el aspecto de una casa por fuera, habitaciones, baños, salones... pero es “una cárcel” por dentro”.

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Esa descripción no es solo de las mujeres que debían ser acogidas con respeto. En eso coinciden también, según los testimonios, un buen número de trabajadoras y educadoras sociales.

Han roto el silencio y sus relatos llegaron a la Fiscalía y ante un juzgado.

Maltratos

Foto: Pexels/MART PRODUCTION

El medio español citado tuvo acceso a relatos anónimos, que dan cuenta de la violencia psicológica sufrida, en una casa de acogida que irónicamente dirige una psicóloga.

¿Qué les dicen?

El País publica al menos 8 duras frases:

  1. “Nos amenazan constantemente con expulsarnos”,
  2. “nos ponen motes (apodos) despectivos”,
  3. “nos enfrentan entre nosotras”,
  4. ”si no te comes la comida, amonestación”,
  5. “si te quejas por algo, venganza...”,
  6. “si llegas cinco minutos tarde, amonestación”,
  7.  “si no has puesto la hora en la que has fregado el suelo, amonestación”
  8. “nos cuestionan como madres”.

El maltrato a mujeres víctimas y trabajadoras provenía “hasta de la cocinera”.

Detalla El País que lo recibían de lo que llaman el “núcleo duro” de profesionales (psicólogas, educadoras, trabajadoras sociales y hasta la cocinera)”.

“No podíamos fiarnos ni de la psicóloga porque usaban la información en nuestra contra”, afirman.

Denunciaron

Foto: Pexels/MART PRODUCTION

Cansadas del maltrato, de vivir con miedo y encerradas, y de las sanciones (como cancelarles la salida el fin de semana o imponerles turnos de limpieza) se organizaron para denunciar. Una de esas mujeres convenció al resto para hablar.

Optaron por escribir de manera anónima sus historias y lograron hacerlas llegar a la Asociación de Mujeres de Vallekas, que las leyó, las compiló y les dio trámite legal, explica El País.

Un primer intento, hace meses, no prosperó.

Hoy confían en la justicia. El País resalta que un “juzgado de Arganda tiene que decidir si investiga lo denunciado por la Fiscalía o lo archiva”. Eso sucedió la vez anterior.

Se respira un ambiente triste en ese centro, todo es sombrío y silencioso (...).

Trabajadora de la casa de acogida

Una mujer que necesitaba ayuda... encontró crueldad: “Me he sentido amenazada y todo el tiempo con miedo a ser expulsada y verme en la calle con mis hijos”.

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Otra comenta: “La directora es quien nos dice que deberíamos estar agradecidas y que ya sabemos dónde está la puerta si no nos gusta”.

Ya no es un secreto a voces… el “Guantánamo de España” existe y sus víctimas esperan justicia.

Con información de El País

(I)

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