La resistencia ucraniana cuenta con un arma a su favor: sus trenes y su red ferroviaria, cuyo dueño, Oleksandr Kamyshin, es el objetivo número dos de los rusos después del presidente Volodimir Zelenski.
Los trenes están salvando al país, o al menos aplazando indefinidamente su destrucción y rendición. Este medio de transporte ha logrado que los refugiados huyan rápidamente. Llevan toneladas de ayuda a las zonas sitiadas. Llevan las armas que trae Occidente, los misiles antitanque y los drones. Además, transportan tropas a las ciudades del frente y permite que las exportaciones continúen.
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Todo esto ha ocasionado que Oleksandr Kamyshin se vuelva una pesadilla para Vladimir Putin.
Kamyshin se mueve constantemente para no ser rastreado, siempre protegido por guardaespaldas. No ha visto a su esposa y sus dos hijos en tres semanas. Ha sido contable y empresario, hasta hace un mes trabajaba en la reforma del sector ferroviario, ahora es una de las personalidades que dirige las operaciones de guerra.
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“Todos en Ucrania eran hombres de negocios, agricultores y cualquier otra profesión antes de que comenzara la guerra. Ahora todo el mundo en Ucrania está en guerra. Todos hacemos la guerra”, dijo para la BBC.
Se mueve constantemente para escapar de los misiles, pero también para encontrarse con funcionarios del ferrocarril y del Gobierno. Por supuesto, Oleksandr Kamyshin repite el mantra de Zelenski: “Gracias por la ayuda, queridos amigos occidentales, pero no es suficiente, necesitamos más armas, necesitamos una zona de exclusión aérea”.
Desde hace semanas, Zelenski ha pedido a los países occidentales que prohíban la entrada de aviones rusos en el espacio aéreo ucraniano, pero por el momento la OTAN se ha negado a imponer una zona de exclusión aérea por miedo de provocar una escalada militar que podría tornarse en una tercera guerra mundial. (I)