Desde que el letal virus llegó al mundo, Caleb Walleb, de 30 años, se mantuvo firme en la lucha contra las medidas de prevención en Texas, Estados Unidos. Tiempo después presentó síntomas y pese a ello, se negó a hacerse la prueba o ir al hospital; un mes después de haber sido ingresado en la sala de cuidados intensivos, murió.

Este caso no ha sido el primero en visibilizar cómo la desinformación en temas de salud puede poner en riesgo la vida e incluso acabar con ella. Así pasó con Walleb, quien tras su muerte deja en desamparo a tres niñas y un bebé que viene en camino.

Durante el 2020, el texano protagonizó varias campañas y lideró protestas en contra del uso de las mascarillas, el cierre de negocios, la evidencia científica respecto al virus y el cubrimiento mediático que le ha dado la prensa a la pandemia.

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Su primera protesta se dio el 4 de julio de 2020 en San Angelo, luego creó la organización The San Angelo Freedom Defenders.

“No estamos contentos con el estado de las cosas de Estados Unidos en este momento”, dijo durante una rueda de prensa. Además, en abril de este año escribió una carta al distrito escolar de San Angelo, exigiendo que todas las medidas de prevención contra el coronavirus se anularan ya que el accionar iba en contra de la constitucionalidad estadounidense.

El 26 de julio de este año, el líder antimascarillas comenzó a presentar síntomas de la enfermedad y en lugar de recibir asistencia médica, se automedicó con vitamina C, píldoras de zinc e ivermectina, un medicamento antiparásitos que ha sido denunciado por la Administración de Medicamentos y Alimentos de Estados Unidos (FDA).

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El 30 de julio tuvo que ser ingresado al hospital, donde lo tuvieron que intubar para intentar salvar su vida. Desde el 8 de este mes, Wallace se encontraba inconsciente y respirando a través de ventilador.

Un día antes del fallecimiento, su esposa, Jessica Wallace, escribió en internet la noticia. “Caleb ha fallecido en paz. Él vivirá para siempre en nuestros corazones y mentes”. Además aseguró que su esposo “era un hombre imperfecto, pero amaba a su familia y a sus hijas más que a nadie”.

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Al texto añadió lo siguiente: “A quienes le deseaban la muerte, lamento que sus puntos de vista y opiniones les lastimaron. Recé para que él saliera de esto con una nueva perspectiva y un mayor aprecio por la vida. No puedo decir más porque no puedo hablar por él”. (I)