PELUCHES, LIBROS Y REHABILITACIÓN
Un sencillo tuit, publicado el jueves 18 de febrero por la mexicana Daniela Ancira Ruiz (@daniancira), anunciaba un singular logro acontecido en el sistema penitenciario de su país. “Las mujeres de los penales de #Neza y #Ecatepec ya terminaron su 3er libro del club de lectura. El siguiente que van a leer es #Mujercitas de Luisa May Alcott. ¿Quién se anima a donar uno? Necesitamos 70 (libros)”.
Publicidad
La respuesta de sus seguidores fue sorprendentemente inmediata, logrando la donación de “cientos de libros”, según indicó en un tuit posterior, lo cual le permitiría iniciar clubes de lectura en más penales de México. “Muchísimas gracias por todo su apoyo”, agregó. “El siguiente que leerán es Fahrenheit 451 de Ray Bradbury”, dijo en esa red social, en la cual se identifica como abogada, maestra de Derechos Humanos y Democracia en la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), sede México, editorialista de opinión del diario El Universal y fundadora de la empresa de ayuda social La Cana.
Daniela es una joven profesional cuya misión muy personal es transformar las cárceles de su país en lugares de oportunidad y no de castigo. Para cumplirla hacia cuatro años fundó La Cana, que ayuda a las mujeres en prisión a mejorar su calidad de vida.
Publicidad
Esta iniciativa surgió como un proyecto académico en la Universidad Anáhuac México. Mientras Daniela y sus socias eran estudiantes, visitaban el reclusorio para brindar asesoría jurídica a las mujeres del penal de Barrientos, ubicado en la colonia San Pedro Barrientos, municipio de Tlalnepantla (México D. F.).
“Nos dedicamos a platicar con ellas, quienes estaban sentadas en el patio”, recordó en una entrevista ofrecida a su universidad, lo cual le permitió percatarse de la falta actividades productivas dentro de prisión, lo que no contribuía con la reinserción social.
Entonces decidió iniciar un programa para llevar actividades productivas que, además de mantenerlas sanamente ocupadas, les permitan generar un ingreso económico.
“Capacitamos a las mujeres privadas de la libertad en diversas técnicas de tejido, bordado, costura, macramé y tramado textil mediante un taller que se lleva a cabo semanalmente dentro de cada uno de los reclusorios en los que trabajamos”, indica su página web (lacana.mx), que detalla que desde 2016 han logrado replicar el proyecto en cuatro penales femeniles: Barrientos, Nezahualcóyotl Sur, Ecatepec y Santa Marta Acatitla, apoyando a más de 350 mujeres.
Sus productos de mayor impacto apuntan a los muñecos de peluche elaborados por las reclusas, con la particularidad que ofrecen elaborar diseños personalizados de las mascotas de sus clientes. Para ello solo deben enviar la foto del animalito.
También elaboraron una colección de peluches con motivos relacionados al personal médico que combate la pandemia (ositos y conejitos con bata y mascarilla, por ejemplo), cuya venta genera, a su vez, la donación de insumos hospitalarios a centros médicos gracias a una alianza entre las fundaciones La Cana, Reinserta y Salvando Latidos.
“El reto más grande es trabajar en el sistema penitenciario porque a veces parece que vas contra corriente; el hecho de ser mujer y trabajar en ese ambiente es muy difícil y a veces puede llegar a ser muy desmotivante”.
Pero Daniela convirtió ese desafío en la elevada satisfacción de lograr resultados entre las reclusas. “Hemos logrado importantes cambios en el sistema penitenciario”. Esos logros se evidencian en un estudio realizado por el Centro de Investigación para la Paz en México (CIPMEX) en 3 centros penitenciarios femeniles donde opera La Cana.
“El 100% de las mujeres que participó en alguna actividad productiva manifestó haber desarrollado nuevas habilidades y aprendizajes; el 97% valoró el ganar dinero; el 100% reconoce un bienestar emocional gracias a su participación en los programas; el 97% reconoce que los programas la mantienen ocupada y evitan meterse en problemas; el 90% se siente orgullosa de sentirse independiente económicamente; el 85% apoya a sus familiares con los ingresos que genera”, menciona Daniela en una de sus columnas de El Universal.
De esta manera, Daniela y La Cana demuestran que sí es posible cambiar vidas desde las cárceles. (I)