Cuatro hijos perdió Kathleen Folbigg cuando eran bebés. Que los infantes murieran por causas naturales levantó serias sospechas y la mujer fue encarcelada. En prisión pasó los últimos 20 años. Hoy, esta australiana está en libertad. Fue exculpada.

La Justicia anuló el jueves 14 de diciembre de 2023 “las condenas contra Kathleen Folbigg”.

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Sus cuatro bebés murieron entre 1989 y 1999. A ella la tildaron de ser “la peor asesina en serie” de Australia, reseñó EFE.

En el 2003 entró en la cárcel, tras vincularla con tres cargos de asesinato y uno de homicidio involuntario, publicó CNN en Español.

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Detalló ese medio que Caleb, el primer niño, murió en 1989, seguido de Patrick en 1991, Sarah en 1993 y finalmente Laura en 1999.

Esas tres muertes se atribuyeron inicialmente al síndrome de muerte súbita del lactante, destacó.

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El papel de la genética: ¿cómo llegó a ser absuelta?

Una investigación genética resultó determinante en este proceso. Esta, señaló EFE, “planteó dudas sobre su responsabilidad por la muerte de sus cuatro bebés”.

Tan clave fue la investigación que el Tribunal de Apelación Penal del estado de Nueva Gales del Sur estableció “en su fallo la existencia de una ‘duda razonable’ que justificaba la ‘anulación’ de las condenas contra Folbigg por tres asesinatos y un homicidio”.

La australiana “fue condenada en 2003 a 40 años de prisión, pero logró que el Tribunal Penal de Apelaciones le rebajara la pena en 2005 a 30 años”.

La ciencia abrió una puerta en el 2020 que no cerró jamás. La investigación genética que llevó Carola García de Vinuesa fue la que sembró “la duda razonable”.

Explicó la agencia citada que el estudio de la investigadora española “constató que los niños portaban variantes raras de un gen que mata a roedores por ataques epilépticos”.

Ese descubrimiento dio pie a que el caso “fuera reabierto a raíz de una carta enviada en 2021 a las autoridades australianas por un centenar de científicos para solicitar el indulto y la liberación inmediata de Kathleen Folbigg”.

“Esperaba y rezaba para que algún día pudiera estar aquí con mi nombre limpio”, manifestó Kathleen Folbigg. Foto: EFE/EPA/DAN HIMBRECHTS AUSTRALIA AND NEW ZEALAND

El estudio, en el que participaron Michael Toft Overgaard, de Dinamarca, y una veintena de científicos, “concluyó que los decesos de los bebés de Folbigg podrían deberse a causas genéticas vinculadas a la muerte súbita cardíaca”.

En su momento, publicó CNN, “no se presentó ninguna prueba física de que ella los había matado, pero el jurado estaba convencido de que las posibilidades de que los cuatro murieran por causas naturales eran improbables”.

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La esperanza en la ciencia

“Existe una duda razonable sobre la culpabilidad de la señora Folbigg, lo que justifica que cada una de las condenas (por tres cargos de asesinato y uno de homicidio involuntario) sean anuladas y que se dicten sentencias absolutorias”, está asentado en el fallo del jueves pasado.

Desde el lado de la investigación, la española Carola García de Vinuesa opinó para EFE: “Es una buenísima noticia y un recordatorio de que el sistema judicial necesita escuchar más a la ciencia, y valorar más la aportación de la medicina genómica para entender la causa de muerte súbita y enfermedades raras, antes de culpar a las madres”.

Se ha hecho justicia, vale la pena decir. En el pasado, como larga pesadilla, quedó para ser enterrado el calificativo de “asesina en serie”. El nombre de Kathleen Folbigg está limpio. (I)

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