Aún 35 años después la zona cercana a la Central Nuclear de Chernóbil, Ucrania, es inhabitable por la muy alta radiación que tiene. Se dice que deberán pasar miles de años para que la vida humana pueda volver a este lugar sin ningún peligro.

El desastre de Chernóbil volvió a la palestra hace dos años con una serie de televisión de HBO, dando a conocer a las nuevas generaciones el dramático suceso que infligió un golpe letal a lo que alguna vez fue un sueño que se veía alcanzable: usar la energía atómica para el bien y el desarrollo pacífico.

Desde la década de 1950 en varios países comenzaron a construirse centrales nucleares civiles para generar electricidad a partir de la energía atómica. Esto ocurre por las reacciones de la fisión nuclear, algo que se realiza dentro de un reactor nuclear.

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Incluso llegó a pensarse que la energía atómica podía emplearse hasta como combustible para diversos tipos de vehículos, como autos atómicos con un diminuto reactor en alternativa al uso de combustible derivado del petróleo. El diseño del Nucleon de Ford es un ejemplo de esto, recuerda La Vanguardia.

Actualmente en el mundo siguen activos más de 413 reactores nucleares en todos los continentes, los cuales producen cerca del 10% de energía eléctrica mundial y para un sector sigue siendo una opción fuerte de generación de energía, más si se quiere dejar atrás el uso de combustibles fósiles -como apoyo a la energía sustentable-.

Pero muchas organizaciones como Greenpeace la critican y dicen que es más un riesgo que un beneficio, incluso por los desechos radiactivos que genera.

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Este tipo de comentarios se basan en desastres como el de Chernóbil y han logrado que en los últimos años algunos países como España programen un cierre de sus plantas en el futuro cercano.

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La mayor tragedia

Cuando alguien habla de la energía nuclear es común recordar Chernóbil, donde la explosión del reactor cuatro de una central soviética acabó de manera directa con la vida de una treintena de personas y dejó cientos de heridos, y luego fue la culpable directa de la pérdida de cientos de vidas por los efectos de la radiación, especialmente a quienes controlaron el problema e hicieron las tareas de ordenamiento, limpieza y protección del reactor, los llamados “liquidadores”.

Foto de archivo tomada unos días después de la explosión del 26 de abril en Chernóbil. Foto: Archivo

El problema fue tal que 116.000 personas que vivían en un radio de 30 km fueron evacuadas por los peligrosos niveles de radiación, casi nadie volvió.

Alrededor de 48.000 de ellos residían en la ciudad de Pripyat, cuyas familias estaban relacionadas con los trabajadores de la central.

Así está ahora el hospital abandonado de Pripyat, donde fueron tratadas las primeras víctimas.

Según el Comité Científico de la ONU para el Estudio de los Efectos de las Radiaciones Atómicas, más de 6.000 niños y adolescentes fueron diagnosticados con cáncer de tiroides como consecuencia de la tragedia en los años posteriores.

La explosión causó además el envío de material radiactivo que formó una gran nube que se extendió por todo Europa por el viento. Arrojó a la atmósfera hasta 200 toneladas de material fisible con una radiactividad equivalente a entre 100 y 500 bombas atómicas como la que fue lanzada sobre Hiroshima.

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Fue la mayor fuga radiactiva al medioambiente en la historia de la energía nuclear, llegó a la categoría 7, el máximo en la escala mundial que se usa para medir la magnitud de los accidentes nucleares, según BBC.

Expertos han mencionado varias veces que lo más probable es que el accidente se debiera al factor humano.

Todavía equipos de científicos y expertos trabajan en la zona para monitorear los efectos de la radiación.

Tras el accidente, que ocurrió durante un ensayo de apagón eléctrico y no se habían dado cuenta de que el reactor estaba inestable, los soviéticos cubrieron el reactor con un cajón de concreto y metal, pero más de dos décadas después empezó a ceder y los países afectados, con la ayuda de otros más, decidieron colocar una estructura de acero encima tras el peligro de que la vieja protección colapse y se esparzan más partículas radiactivas. Se terminó de colocar el “sarcófago” en 2016.

Tras la explosión en 1986 las instalaciones del reactor tuvieron un incendio que duró diez días. Las autoridades soviéticas lanzaron sobre el reactor arena, plomo y otras sustancias para extinguir el fuego. Incluso se usó a mineros para excavar bajo el reactor para introducir nitrógeno líquido y enfriar el combustible nuclear que se había esparcido hasta el subsuelo. Muchos de los “liquidadores” murieron como consecuencia de estos trabajos.

Varios países sufrieron grandes afectaciones, quizá Bielorrusia lo sufrió más que Ucrania -ambos países eran parte de la Unión Soviética en ese entonces-.

Según cálculos de expertos ucranianos, la avería de Chernóbil se ha cobrado más de 100.000 vidas en Ucrania, Bielorrusia y Rusia. Muchos de ellos fueron parte de los llamados “liquidadores” que se encargaron de controlar y limpiar la situación, incluyendo recolectar los residuos radiactivos que habían volado cerca de la central.

Pese a todo esto, la planta estuvo en funcionamiento hasta el año 2000 por la demanda de energía, recuerda BBC.

Cuando sucedió el siniestro nuclear, y durante mucho tiempo después, a la mayoría de los ciudadanos soviéticos se les ocultó información acerca de la magnitud total del desastre, así como de los efectos duraderos y catastróficos que tendría en la vida de las personas y en el medioambiente.

La planta nuclear de Chernóbil junto con el sarcófago que cubre el reactor número 4, que explotó en abril de 1986 y causó la mayor catástrofe nuclear de la historia, es fotografiada por los turistas que llegan a la zona de exclusión.

Pese a la trágica historia, varias décadas después se siguen analizando las consecuencias y de acuerdo con cifras de la Agencia Estatal de Ucrania para la Gestión de la Zona de Exclusión, el turismo a Chernóbil ha estado creciendo rápidamente. En 2014 el sitio tuvo más de 8.000 visitantes, 71.862 en 2018, y solo en mayo de 2019 la habían visitado más de 12.591 personas. La serie de HBO también ha aportado más turistas a la zona. (I)