Una pequeña ciudad de Estados Unidos con una gran población hispana ya ofrece dosis para todos los mayores de 18 años.

La mayoría de los países que tienen la vacuna contra el COVID-19 solo la administran por ahora a ancianos y trabajadores esenciales, pero en esta ciudad ya la cobertura es más amplia.

Central Falls, una pequeña ciudad de Rhode Island con 20.000 habitantes donde el 66% son latinos, muchos de ellos inmigrantes indocumentados, es uno de los lugares con mayor densidad de población de Estados Unidos y también uno de los más afectados por la pandemia de coronavirus.

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El gobierno del estado de Rhode Island recomienda que se vacune solo a grupos de riesgo como trabajadores esenciales y a los mayores de 75 años.

Pero Central Falls está haciendo las cosas a su manera, y habilitó para la vacunación a todos los adultos.

“Cada persona que vive o trabaja aquí es una prioridad”, dijo la alcaldesa María Rivera durante una reciente jornada de vacunación masiva.

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El virus se expandió como reguero de pólvora por la unida comunidad de Central Falls, donde es usual que muchas familias compartan una única vivienda.

Central Falls tiene la mayor tasa de casos positivos al virus y de hospitalizaciones en el estado de Rhode Island.

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Desde enero se han registrado más de 3.500 casos, con 21 muertes y 190 hospitalizaciones.

Al costo en salud se suma el impacto económico de la pandemia.

“Al comienzo del covid (...) había tantos residentes perdiendo sus empleos, y no tenían dinero y no podían solicitar compensación” porque no tienen papeles, recordó Rivera.

Cuando la vacuna estuvo disponible en diciembre, la ciudad ofreció inyecciones a los mayores de 75 años, luego a los mayores de 65, después a los mayores de 50 y finalmente bajó el umbral a los 18 años hace unas semanas.

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“Era lo correcto”

“Si no solucionamos el problema donde está el problema, seguiremos propagando esta enfermedad”, dijo Rivera.

El equipo de la alcaldesa ha recorrido hogares puerta por puerta para informar a la población en español y en otros idiomas como portugués de Cabo Verde sobre la posibilidad de vacunarse. Un 13% de la población de la ciudad es negra y de ellos muchos son originarios de este archipiélago situado frente a la costa noroeste de África.

“Esta fue la primera vacunación para el público general, probablemente la primera del país”, dijo Eugenio Fernández Jr., fundador de Asthenis, una farmacia que trabaja con comunidades pobres.

Cuando la enfermera Suzanne Wallace se enteró de los problemas de Central Falls, supo que debía presentarse como voluntaria para vacunar a la población.

“Sentí que hacerlo era lo correcto”, dijo.

Una de las primeras residentes en ser vacunadas en la escuela secundaria Central Falls fue Angélica Romero, de 30 años.

“Me daba mucho miedo venir, seré sincera contigo”, dijo Romero, cuyo padre pasó más de tres meses en el hospital tras contraer el coronavirus.

Fue su madre quien la apuntó para ser vacunada. “Estamos ansiosas por tener un ambiente tan seguro como podamos para mi padre”, explicó Romero. (I)