Este jueves el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, dio inicio a lo que ha llamado la Cumbre por la Democracia, a la que invitó a decenas de jefes de Gobiernos del mundo con la finalidad de recuperar espacios de liderazgo en la política internacional.

La democracia se enfrenta a “desafíos continuos y alarmantes” en todo el mundo, afirmó Biden al inaugurar la cumbre, que se extenderá hasta el viernes de manera virtual con representantes de unos 100 países -incluyendo Ecuador-, así como oenegés, empresas y organizaciones filantrópicas, según AFP.

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Biden estimó que la tendencia “apunta en gran medida en la dirección equivocada” y que la democracia necesita “paladines”.

“Estamos en un punto de inflexión”, añadió el gobernante demócrata. “¿Permitiremos que el retroceso de los derechos y la democracia prosiga de forma desenfrenada?”.

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“No se equivoquen, estamos en un momento de evaluación democrática”, sostuvo Uzra Zeya, subsecretaria de Estado para la Seguridad Civil, Democracia y Derechos Humanos. “Países de prácticamente todas las regiones del mundo han experimentado grados de retroceso democrático”, advirtió.

China y Rusia, que Biden considera autocracias, quedaron deliberadamente fuera, lo cual -según estos países- aviva una “brecha ideológica”. “Ningún país tiene derecho a juzgar el vasto y variado panorama político del mundo con un único criterio”, escribieron el embajador ruso, Anatoly Antonov, y el chino Qin Gang.

Lo que acabó de exasperar a Pekín fue que el Gobierno estadounidense invitara a Taiwán, una isla con un gobierno de tono occidental, a la que la China comunista continental considera parte de su territorio, aunque no esté bajo su control desde que el Partido Comunista llegó al poder.

El lunes Washington también anunció que no enviaría a funcionarios gubernamentales a los Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín, en febrero, en protesta por las violaciones de los derechos humanos en China, incluido el “genocidio” contra el grupo étnico minoritario de los uigures, en la región occidental de Xinjiang.

Australia, Reino Unido y Canadá se han sumado al boicot diplomático, si bien sus atletas acudirán a la competencia. Y una vez más, Rusia se unió a China para criticar la decisión.

Decidir cuándo otros países deberían ser excluidos de la cumbre por violaciones de los derechos humanos o fraude electoral ha sido igual de complicado.

Por ejemplo, Pakistán y Filipinas están dentro, mientras que el Gobierno nacionalista de Hungría, miembro de la Unión Europea, se ha quedado fuera. El presidente de ultraderecha brasileño, Jair Bolsonaro, ha sido invitado, mientras que el mandatario de Turquía -miembro de la OTAN- y férreo defensor del Islam, Recep Tayyip Erdogan, fue rechazado.

En América Latina y el Caribe se ha excluido a los Gobiernos de ocho países: Nicaragua, Cuba, Bolivia, El Salvador, Honduras, Guatemala, Haití y Venezuela -varios son de izquierda y otros problemas de corrupción o en su sistema democrático-, aunque se ha invitado a Juan Guaidó, líder opositor enfrentado al gobernante socialista venezolano Nicolás Maduro.

Ayudas al periodismo

En el marco de la cumbre, Biden anunció que Estados Unidos dará 424 millones de dólares para programas de ayuda para la lucha anticorrupción, la promoción de medios de comunicación independientes y la defensa de elecciones libres y justas, recoge EFE.

La Casa Blanca indicó en un comunicado que estos fondos, que serán desembolsados en 2022, suponen una “significativa expansión” de los esfuerzos de Estados Unidos para “respaldar y aumentar la resistencia” de las democracias al autoritarismo en todo el mundo.

“No solo es lo correcto, va en el interés de la seguridad nacional de EE. UU., ya que las democracias fuertes y defensoras de los derechos son más pacíficas, prósperas y estables”, señaló la nota.

La iniciativa estadounidense incluye 30 millones de dólares para asegurar la viabilidad de los medios de comunicación independientes, especialmente en contextos frágiles y pocos recursos, entre otras partidas.

También destina 15 millones de dólares adicionales para luchar contra el lavado de dinero internacional y facilitar la coordinación de medidas anticorrupción globales y otros 17,5 millones para un Fondo de Defensa de Elecciones Democráticas con el objetivo de combatir las injerencias y reforzar la seguridad en los procesos electorales.

Problemas dentro de Estados Unidos

Para la Casa Blanca, la cumbre encarna el liderazgo de Estados Unidos en una lucha existencial entre democracias y dictaduras o autocracias.

Biden tiene dificultades para restaurar la fe en la democracia en su propio país.

Trump se niega a reconocer los resultados de las elecciones de 2020, en las que perdió, y con la ayuda de los medios de comunicación conservadores, incluida la poderosa cadena Fox News, el expresidente republicano sigue difundiendo mentiras sobre fraude entre sus decenas de millones de seguidores.

Y mientras las imágenes de la violenta invasión al Congreso, realizada el 6 de enero en Washington por cientos de partidarios de Trump con un saldo de cinco muertos y decenas de heridos, todavía están muy presentes-, hay crecientes temores sobre las elecciones legislativas de 2022 y las presidenciales de 2024 a las que Trump quiere volver a presentarse.

Bruce Jentleson, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Duke, estimó que esta cumbre “nunca fue una buena idea”.

“Nuestros problemas aquí son mucho peores que en cualquier otra democracia occidental. Nuestro Capitolio (Congreso) fue atacado, un intento de golpe de Estado. No hemos visto que eso pasara en París, ni en el Bundestag (Parlamento alemán) o en la sede de la UE en Bruselas”, añade.

“Si queremos competir, tenemos que esforzarnos al máximo y eso depende más de nosotros en el país que de reunir de alguna forma a 100 líderes y decir ‘nos gusta la democracia’”, remarcó. (I)