Ocho amigos de entre 21 y 23 años, compañeros en un pequeño club de rugby de una provincia argentina escucharon hoy la condena por el crimen de un joven, golpeado hasta la muerte hace tres años afuera de una discoteca en Argentina.

La justicia emitió cinco condenas a perpetuidad y otras tres sentencias a 15 años de prisión por el crimen del joven Fernando Báez Sosa en un caso que conmovió a la sociedad.

El veredicto fue leído en la sala del tribunal de la ciudad de Dolores (a 220 kms de Buenos Aire) en presencia de los padres de la víctima y de los ocho jóvenes rugbiers condenados por el homicidio doblemente agravado en un juicio que había comenzado el 2 de enero pasado.

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El crimen del estudiante de derecho Fernando Báez Sosa ocurrió el 18 de enero de 2020 en el balneario de Villa Gesell.

Máximo Thomsen, Ciro Pertossi, Matías Benicelli, Luciano Pertossi y Enzo Comelli fueron condenados a cadena perpetua. Además, Blas Cinalli, Lucas Pertossi y Ayrton Viollaz recibieron 15 años de prisión. Todos estaban acusados de homicidio agravado por alevosía y concurso premeditado.

Qué pasó en enero del 2020

En el verano austral de 2020, los acusados vacacionaban en Villa Gesell (370 kilómetros al sur de Buenos Aires), una ciudad sobre la costa atlántica argentina muy popular entre los jóvenes. Esa noche fueron expulsados de una discoteca en la cual había comenzado una pelea.

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La madre de Fernando Báez Sosa, asesinado por un grupo de rugbiers en 2020, llega al tribunal para la audiencia de sentencia en Dolores, provincia de Buenos Aires, Argentina, el 6 de febrero de 2023. Foto: -- JUAN MABROMATA

En la calle, los rugbiers aislaron a Báez Sosa, de 18 años, y lo agredieron a puños y patadas, en una paliza que le provocó la muerte por múltiples lesiones.

Los ocho rugbiers, todos de la pequeña localidad de Zárate, cercana a Buenos Aires, detenidos el día del crimen, han estado en prisión preventiva desde 2020. El abogado de todos ellos Hugo Tomei, remarcó que nunca se podrá saber quién mató al joven.

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Lloran arrepentidos

Durante los alegatos, los imputados, por momentos entre lágrimas, tuvieron expresiones como “pido perdón”, “pido disculpas”, “no hubo intención de matar”, “no hubo un plan (de asesinar)” y “estoy arrepentido”.

Báez Sosa era hijo de una cuidadora de ancianos y un albañil, ambos inmigrantes paraguayos. Había iniciado la carrera de abogacía, luego de graduarse en un colegio parroquial católico y realizar obras de caridad.

Su crimen desencadenó una serie de manifestaciones de repudio y en apoyo a la familia, con intensos debates sobre el consumo de alcohol por parte de los jóvenes, la construcción de la masculinidad, la xenofobia y el racismo en este país que se identifica como de descendientes de inmigrantes europeos.

El rugby en Argentina es amateur e históricamente son los sectores de clase media y alta los que lo practican o asisten a los partidos. (I)

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