Este lunes hubo una reunión entre el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y el presidente de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, con el objetivo de llegar a un acuerdo para elevar el techo de deuda.

“Creo que el tono esta noche fue mejor que cualquier vez anterior. (...) Siento que fue productivo”, dijo el conservador a su salida de la Casa Blanca.

Aun así, McCarthy criticó que cada propuesta de los demócratas pasa por aumentar el gasto público, y aseguró que Estados Unidos “tiene un problema de gasto”.

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Con todo, avanzó que probablemente mantendrá conversaciones con Biden cada día hasta que se resuelva el impás de la deuda.

El gobierno de Biden buscará llegar a un acuerdo antes de que se enfrenten a una suspensión de pagos. El Departamento del Tesoro estima que esta situación sin precedentes podría darse tan pronto como el 1 de junio, si el Congreso no logra llegar a un acuerdo antes.

El límite actual, de 31,4 billones de dólares, fue alcanzado el pasado mes de enero. El Gobierno está recurriendo actualmente a dinero en sus reservas para pagar las deuda que ha contraído, pero el Departamento del Tesoro estima que esas reservas se agotarán el 1 de junio.

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¿Qué sucede si no hay acuerdo y Estados Unidos no puede honrar las deudas?

“Todo estadounidense que directa o indirectamente dependa de un pago del gobierno, dejará de cobrar”, dijo a la AFP Gregory Daco, economista jefe de EY Parthenon.

Esto implica los salarios y pensiones de funcionarios y soldados, las prestaciones sociales relacionadas con los niños, la asistencia sanitaria, los bajos ingresos o ancianos.

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El Tesoro corre el riesgo de “quedarse sin efectivo para pagar cientos de miles de millones de dólares” de facturas, afirma Nancy Vanden Houten, economista de Oxford Economics.

“Las empresas que trabajan para el gobierno tampoco cobrarán”, añade Daco.

Por otra parte “si los mercados bursátiles caen, (...) los ahorros de las personas y también sus ahorros para la jubilación se verían perjudicados”, declaró a la AFP Nathan Sheets, economista jefe del banco Citigroup.

“Desde el punto de vista de los mercados financieros, habría una enorme tensión”, dijo Daco.

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En 2011, cuando Estados Unidos estuvo cerca de no honrar sus deudas, la Bolsa de Nueva York se desplomó y el S&P 500 cayó “en torno a un 13-14%”, recuerda.

Lo que generaría un gran cambio es que Estados Unidos sea incapaz de pagar a los tenedores de bonos del Tesoro; refugio seguro de las finanzas mundiales.

¿Los inversores internacionales dejarán de invertir?, se preguntó Daco.

Por lo pronto, ya “los inversores se han vuelto más reticentes a mantener deuda soberana con vencimiento en junio”, advirtió recientemente la secretaria del Tesoro, Janet Yellen.

Si los títulos estadounidenses se desploman, “la situación sería catastrófica para todas las organizaciones que poseen muchos bonos públicos de Estados Unidos, como bancos, fondos de pensiones, compañías de seguros o fondos de inversión colectiva”, señala Eric Dor, director de la escuela de negocios IESEG.

Eso, además, implicaría riesgo de quiebras y “efectos en cadena con una nueva crisis financiera mundial”. El dólar, en tanto, se depreciaría “muy fuertemente”, estimó.

El sistema financiero mundial “depende de la estabilidad del dólar”, dijo el 11 de mayo la organización Center for American Progress.

Como en 2011, el oro podría ser el gran ganador. “Es el refugio seguro”, porque en caso de amenaza de impago, “el dólar caerá, los rendimientos de los bonos caerán y la renta variable caerá”, advirtió ante AFP, Jack Ablin, de Cresset Capital.

Economía estadounidense

Para Estados Unidos “el impacto económico es simplemente que el gobierno dejará de gastar”, dijo Gregory Daco. Eso influirá en el consumo de los hogares, pulmón de economía estadounidense.

Un menor gasto público significa “que la familia que no recibe su cheque (...) no va a poder gastar lo mismo cuando vaya a comprar, lo que (...) va a afectar a la tienda en la que compra, lo que, a su vez, va a afectar luego a sus propias decisiones de contratación”, apunta Daco.

Además, como el gobierno ya no puede pagar a sus proveedores, “las empresas de las que el Estado es cliente se ven amenazadas (...) por la quiebra”, añade Eric Dor.

El impacto financiero y económico acumulado costaría a la economía estadounidense el 5% del PIB, afirma Gregory Daco. “Estamos hablando de un choque mayor que la contracción del PIB durante la crisis financiera. Estamos hablando de un impacto enorme”, advirtió.

Impacto mundial

Los efectos tendrían también magnitud mundial.

Los tasas de “los bonos emitidos por Estados Unidos subirían bruscamente” y desatarían reacciones en cadena, entre ellas “una caída de la inversión de las empresas y los hogares, así como del consumo, y por tanto una fuerte recesión en Estados Unidos”, que podría extenderse “a Europa y a otros lugares”, anticipa Eric Dor.

“No creo que el crecimiento mundial ni el estadounidense se vean afectados significativamente este año”, matizó.

Paradójicamente la situación podría beneficiar a empresas exportadoras estadounidenses, ya que una depreciación del dólar “aumentaría la demanda exterior al abaratar de hecho los productos”, según una nota del Council on Foreign Relations del 2 de mayo. (I)