El presidente Donald Trump recibió a Vladimir Putin en Alaska con una muestra simbólica de poder militar: el B-2 Spirit. Este bombardero furtivo, desarrollado en la Guerra Fría, es considerado un emblema de la capacidad estratégica de Estados Unidos.

La aeronave, diseñada para operaciones de alto sigilo, sigue siendo una pieza clave de la estrategia militar de EE. UU.

Diseñado por Northrop, el B-2 Spirit fue creado para penetrar las defensas más sofisticadas del planeta. Su forma de ala volante y la ausencia de superficies verticales reducen su huella de radar y térmica, haciéndolo prácticamente invisible a los sistemas de detección.

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Aunque voló por primera vez en 1989, no entró en servicio hasta 1997. Desde entonces ha sido utilizado en conflictos como Kosovo, Afganistán, Irak y Libia, realizando ataques de precisión en entornos hostiles sin ser detectado.

Estados Unidos cuenta con solo 19 unidades operativas de este modelo. Cada aeronave tiene un costo que supera los 2.000 millones de dólares, y requiere más de cien horas de mantenimiento por cada hora en el aire bajo condiciones ambientales estrictamente controladas.

En los últimos años, el B-2 ha sido modernizado para mantenerse vigente. Entre las mejoras destacan el sistema de software abierto Spirit Realm 1, comunicaciones cifradas más avanzadas, integración con misiles JASSM-ER y sistemas de puntería capaces de operar sin GPS.

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Pese a su antigüedad, sigue siendo la única aeronave estadounidense capaz de combinar sigilo extremo y capacidad nuclear en misiones de largo alcance. (I)