Pocas peculiaridades del COVID-19 han suscitado tanto interés como la anosmia, la pérdida repentina del olfato que se ha convertido en una característica muy conocida de la enfermedad. Los pacientes con COVID-19 pierden este sentido incluso sin tener la nariz congestionada; la pérdida puede hacer que la comida sepa a cartón y que el café tenga un aroma desagradable, y en ocasiones puede persistir después de que se hayan superado otros síntomas.