Los gobiernos de Egipto y Etiopía protagonizan una disputa política en África por la construcción e inauguración de la Gran Presa del Renacimiento Etíope, un megaproyecto hidroeléctrico que inició en 2011 y fue inaugurado el pasado mes de septiembre.
La represa, construida por la empresa italiana Salini Impregilio por un costo cercano a los $5.000 millones de dólares, generó oposición por parte de las autoridades egipcias desde la colocación de la primera piedra en el año 2011 por una supuesta reducción de agua en el Río Nilo.
El río Nilo, segundo más largo del mundo con 6.853 km de longitud, se extiende a lo largo de Burundi, Egipto, Etiopía, República Democrática del Congo, Ruanda, Sudán, Sudán del Sur, Tanzania y Uganda. La controversia se centra en sus afluentes principales (Nilo Azul y Nilo Blanco).
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La construcción se desarrolló en el Nilo Azul, afluente que nace en el Lago Tana de Etiopía y que aporta hasta el 85% del caudal total del río. Egipto sostiene que el proyecto amenaza la seguridad hídrica de su país y viola acuerdos previos entre naciones africanas.
Abdel Fattah el-Sisi, presidente de Egipto, manifestó su inconformidad ante la inauguración del proyecto durante su participación en un foro sobre el agua. “Egipto no se quedará de brazos cruzados ante la actitud irresponsable de Etiopía y tomará todas las medidas necesarias para proteger sus intereses y la seguridad hídrica”.
Las autoridades etíopes expresaron su rechazo a las declaraciones del primer mandatario egipcio a través un comunicado. “Durante décadas, Etiopía y otros países ribereños del Nilo han colaborado con Egipto en la búsqueda de una cooperación transfronteriza basada en el derecho internacional. Egipto nunca ha negociado de buena fe”.
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Adís Abeba afirma que opta por una relación amistosa con El Cairo a pesar de los impases en los últimos años. Las negociaciones previas entre egipcios y etíopes están estancadas desde el año 2015, un proceso que también incluye la oposición del gobierno de Sudán. (I)