Dicen que el mejor amigo de una persona es una mascota y definitivamente para Jonathan Campos lo era su perrita, la cual quería esterilizarla como parte de su pensamiento de evitar la reproducción de animales.
Llevó a su adorable mascota a una veterinaria y de ahí no salió con vida. Eso lo marcó. “Fue por una mala práctica médica de un veterinario que mató a mi perrita. Fue cuando la estaba esterilizando”, dice.
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En ese momento Jonathan no quería tener a otra mascota, su dolor fue muy grande, pero cuando vio a una perrita en la calle, esquelética y siendo ignorada, decidió ayudarla.
“Yo tomé la decisión de pensar, si (la perrita) viene hacia mí le puedo ayudar y buscarle un hogar, entonces así inició todo. Publicamos en redes sociales al principio y vimos la otra cara de la moneda, que la gente no quiere adoptar perros grandes, mestizos, y me la quedé”, cuenta el joven quiteño.
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Y fue así como poco a poco conoció más sobre el tema del abandono, la crueldad de las personas, la insensibilidad.
En un poco más de dos años ha logrado esterilizar a 690 mascotas, es decir, este número de animales pasó por su refugio llamado Akane y sus amigos, hasta quedarse con 102 perritos, entre estos, mestizos, ancianos y cachorros. “Muchos han muerto por enfermedades avanzadas, edad, virus letales”, comenta.
Una rutina de mucho esfuerzo
Pero, detrás de todo esto hay un gran esfuerzo físico y mental, con el que Jonathan vive a diario. Afirma que no es fácil.
Su día se inicia a las 06:00 con la limpieza de los excrementos, la cual demora porque son 102 mascotas que hacen sus necesidades. Después, encienden las hornillas de la cocina, colocan las ollas para preparar su alimento como pollo.
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“La proteína es todos los días. Nosotros no les damos croquetas porque es un gasto muy elevado”, manifiesta. Luego, cerca de las 11:00 desayuna mientras la comida de las mascotas se enfría un poco. Otra vez se levanta y sirve el alimento en los comederos.
Eso ya es un gran peso que sostiene todos los días. Después, continúan con la limpieza y revisan a las mascotas si no tienen alguna herida, daño o enfermedad, ven su estado de salud. Y cuando son las 16:00, Jonathan recién almuerza.
A las 18.00 acomoda a las mascotas y recoge todo. El joven y su esposa, quien lo apoya, descansan cerca de dos horas para luego pasar por la última revisión del día: analizar que las mascotas estén bien.
Esto en un día casi normal, puede empeorar en cansancio cuando es el momento de bañar a todas las mascotas. “Este es un esfuerzo mental, físico y emocional. Es un desgaste, esto te consume, si no estás listo para entregar todo al refugio, no lo hagas”, indica Jonathan y enfatiza que realizar esta labor es de compromiso, fuerza y paciencia.
Una veterinaria para esterilizar perros de la calle
“Han existido muchos casos de personas que se han rendido en medio del camino y es como que les ha dado un ataque de pánico y han dejado abandonado sus refugios. Si ustedes quieren hacer un verdadero cambio, intenten poner una clínica comunitaria veterinaria”, asegura Jonathan, quien justamente espera cristalizar esa idea, pero aún está lejana porque no cuenta con apoyo para comprar los equipos.
“De esa manera empezar a reducir la sobrepoblación. Necesitamos los implementos, ellos (doctores) van a poner la mano de obra. Esto es solo para un perro de la calle. Mi sueño es que en cinco años Quito sea la capital en donde ya no haya perros sin esterilizar, ese es mi objetivo”, señala el joven.
En el refugio, el 90 % de mascotas son hembras y todos están esterilizados. El porcentaje de adopciones no sobrepasa del 5 % y la mayoría que van a un hogar son cachorros.
Los perros medianos son adoptados en un 40 % y las personas se fijan en sus facciones del rostro; el 12 % elegido son perros grandes y solo el 2 % es anciano, que para Jonathan son los perros más cariñosos y tranquilos.
Lidiar con esta situación, que no son adoptados, de no tener cómo comprar la comida, pagar los servicios básicos más el cansancio le genera depresión y ansiedad, la cual es sobrellevada con meditación.
En tanto, uno de los graves problemas que le están buscando solución es mudarse, donde están es arrendado y le pidieron desocuparlo. Y le preocupa.
El dueño del terreno va a venderlo y su angustia aumenta porque, en cualquier lugar, no lo aceptan con mascotas. Espera encontrar el sitio adecuado. Esta es una situación que le quita el sueño. (I)
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