Por Gourman (elgourman@gmail.com)
Luego de la pandemia, la inseguridad se ha vuelto el peor enemigo del sector restaurantero y turístico en general, industria que nos concierne. Según cifras gremiales, las pérdidas en horarios nocturnos, como producto de esta nueva pandemia, van del 15 al 30 %, dependiendo de la zona de la ciudad. En las áreas calientes, el horario de atención luego de las 20:00 simplemente dejó de existir.
Sin embargo, la discusión nacional sobre este mal, que viene incubándose por más de una década, se enmarca dentro de un contexto que per se implica una renuncia: el concepto del uso progresivo de la fuerza, que, a mi parecer, es ridículo y atroz.
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El crimen, cuando llega a un nivel tal como el que ha comenzado a vivir Ecuador, como lo vivió hace mucho Colombia y como lo experimenta en estos momentos Venezuela y México, se vuelve una guerra contra mafias organizadas, muchas de ellas con más recursos que algunos países pobres. Es literalmente una guerra.
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Imagine el lector si fuéramos invadidos por una potencia extranjera o por alguno de nuestros vecinos, con quienes gracias a Dios guardamos una extraordinaria relación. ¿Haríamos uso progresivo de la fuerza? ¿Ponderaríamos cuántos tanques están cruzando nuestras fronteras, listos a atacarnos, para estar seguros de que no utilizaremos en nuestra defensa armamento de mayor poder, o fuerzas en mayor número, que las del invasor? ¡Por supuesto que no! Nos defenderíamos con todos los medios a nuestro alcance, y los que la táctica aconseje.
Hombre fue asesinado en la puerta de ingreso a hotel del norte de Guayaquil ► https://t.co/w5BZ5eVkAx´ pic.twitter.com/fyzPLxOjjF
— El Universo (@eluniversocom) May 5, 2022
Así mismo, quien se defiende de un crimen o defiende a terceros debe poder usar, para tal defensa, desproporcionalidad de fuerzas, entre otros, por dos motivos:
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- Cuando un delincuente apunta un arma a su cabeza, pone un cuchillo en su espalda o un alambre de púas en su cuello, está amenazando su vida. Este es un hecho cierto e irrefutable. Sin importar de qué forma o con que arma lo haga, la consecuencia de la ejecución de la acción, con cuchillo, metralleta, tijera o pistola, será la misma: la muerte.
- El atacante tiene la ventaja absoluta. Primero, por la planificación y preparación previa de la acción frente al total desconocimiento y sorpresa de la víctima. Segundo, por la posición del arma. Así el agredido porte una, estará guardada o inactiva, frente a la de su agresor, que estará expuesta y lista para ser activada. Es obvia su desventaja frente al delincuente.
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Por lo tanto, los ciudadanos y la fuerza pública llamada a protegerlos deben emplear una defensa desproporcional, utilizando toda la fuerza a su disposición para defender la vida propia o la de terceros.
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Luego, es necio pensar en el uso progresivo de la fuerza ante delitos como robo con arma, robo dentro de propiedad privada, terrorismo, intento de asesinato, entre otros.
El uso desproporcional de la fuerza por parte del atacado cuya vida está siendo amenazada, y su derecho a portar armas, registradas, con los permisos correspondientes, son un derecho básico ciudadano. Es hora de que quienes aprueban nuestras leyes hagan uso progresivo de las entendederas. (O)