IBARRA

En dos poblaciones de la provincia de Imbabura hay tristeza y dolor por el crimen de los once militares en el Alto Punino, provincia de Orellana. Dos de ellos eran de localidades de esta jurisdicción.

Este lunes, 12 de mayo, alrededor del mediodía, un concurrido cortejo fúnebre despidió al teniente Jorge Alexander Andrade Bastidas, en Pimampiro. A la misma hora, en San Roque, en Antonio Ante, se realizaron las honras fúnebres del cabo Diego Orlando Lomas Ramírez.

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El pasado viernes, los once uniformados fueron víctimas de una emboscada que protagonizó un grupo armado que opera en la frontera colombo-ecuatoriana. Los militares realizaban una operación contra la minería ilegal cuando se dio el ataque.

En el cementerio de la comunidad de San Roque, en Antonio Ante, fue enterrado el cabo primero Diego Lomas Ramírez. Momentos de dolor se vivieron durante el funeral. Foto: Ricardo Cabezas

En Pimampiro, los familiares, amigos y vecinos recordaron a Jorge Alexander Andrade como una persona respetuosa y amable.

En los últimos años, muy poco frecuentaba su tierra natal; el fin de año del 2024 fue visto por última vez en esta pequeña población con 13.315 habitantes.

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Durante el recorrido hacia el cementerio local, la gente reprochó el brutal ataque ejecutado contra los militares y pidieron justicia para los once militares que fallecieron en el cumplimiento del deber.

Uniformados de la IV División del Ejército Amazonas rindieron honores a Bastidas, en Pimampiro, y a Lomas, en San Roque.

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Un gran número de pobladores llegó hasta las iglesias de estas dos localidades y cementerios donde les dieron el último adiós, después del mediodía de este lunes.

Jorge Alexander, con similar nombre que su hijo fallecido, contó con cierta tristeza que indujo a él a enlistarse en la Escuela Militar Eloy Alfaro. Desde pequeño siempre le decía que le gustaría que fuera oficial.

Jorge recordó que cuando terminó la conscripción intentó quedarse en el Ejército, pero no logró cumplir con este sueño. ”Siempre le dije a mi hijo que me gustaría que fuera militar, pero si es que le gustaba esa vida”, contó.

Al terminar el colegio le habría dicho su hijo: “Le voy a dar ese gusto, papá”. Quizás siente algo de responsabilidad, pero aseguró que siempre su vástago se sentía orgulloso de servir a la patria desde la función que cumplía, como profesional de las Fuerzas Armadas del Ecuador.

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La esposa del uniformado es también teniente del Ejército, trabaja en Inteligencia, contó el padre, quien reveló que espera el primer nieto de la pareja, ya que su nuera está embarazada.

“Se fue sin conocer a su hijo, eso es doloroso”, añadió.

Siempre estaban en contacto padre e hijo, en la última llamada que recibió le comentó que ya estaban una semana en esa misión peligrosa.

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“Le decía siempre que se cuide, ya que tras la quema de maquinaria y equipos utilizados en la minería podrían existir represalias por parte de esos grupos violentos”, comentó este padre, quien recibió como respuesta que estaban preparados para combatir y predispuestos en la línea de fuego, defendiendo la soberanía y los recursos naturales del país.

Sin embargo, él jamás se imaginó que recibiría la peor noticia de su vida el pasado viernes 9 de abril, cuando conoció que entre las víctimas de la masacre estaba su hijo.

Otro de sus hijos es policía, Jorden, quien cumple su trabajo en Tulcán. Luego de lo sucedido siente temor y miedo, porque considera que el Ecuador está amenazado por la violencia.

“Dios me quitó a uno de mis hijos, y no quiero que me quite a otro”, señaló con la voz entrecortada.

El domingo 11 de mayo, en San Roque, en Antonio Ante, el cabo primero Diego Lomas fue velado en la casa comunal del barrio San Alfonso. Sobre el ataúd fueron colocados el tricolor nacional y una bandera negra con las palabras ‘Tropas élite’.

Sus familiares contaron que el apego a la vida militar del suboficial emboscado viene de sus dos hermanos mayores: el primero participó en la guerra del Cenepa y es ya jubilado, y Nelson, sargento segundo del Ejército.

En San Roque dijeron que Diego fue apasionado por su profesión, pertenecía a la Unidad Recon, una de las más importantes en las Fuerzas Armadas. Deja en la orfandad a dos hijos de 3 y 7 años. (I)