Un antiguo teléfono de disco —verde como una aceituna— descansa sobre una pequeña mesa en un costado del escenario. Entonces, un hombre descalzo, delgado, de 1,72 metros de altura, se encarama sobre una pared imaginaria, con extremo cuidado para conservar el equilibrio, camina sobre la cumbre del muro y cuando parecía que lo había logrado, cae de espaldas.
El timbre del teléfono rasga el silencio y empieza un espectáculo divertido, conmovedor, emocionante, alegre, pero también triste. Dotado de originalidad en torno a la reflexión sobe el implacable paso del tiempo y sus huellas, sobre la edad de las cosas y sus consecuencias. Sobre la vejez.
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Ese hombre descalzo, que apareció en el escenario entre la penumbra, es el mago e ilusionista Raúl Adatti, y lo que realmente hacía en las tablas del teatro Patio de comedias era presentar su obra La criatura, magia para gente aparentemente normal, una obra que se compone de magia, teatro físico, ilusionismo, clown, comedia, tragedia...
El teatro Patio de comedias abrió sus puertas en mayo de 1980, ahora, por estar rodeado de altos edificios en La Mariscal, parece asfixiarse en medio de una enredadera, pero su esencia se sostiene en los cimientos de la cultura, para sus obras ha explorado conceptos de investigación vinculados al mundo agrícola, campesino, urbano, ecológico, derechos sexuales y reproductivos, violencia de género… Sus cien butacas no sufren ese frío propio de la ausencia. “Nuestro principal cómplice en estos procesos de sustentación ha sido el público”, dice su directora, Juana Guarderas.
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A veces, me sumerjo en mis pensamientos e ideas ridículas y otras veces —no lo voy a negar— siento nostalgia, explica Raúl. A veces, incluso, alcanza a decir, mientras una voz más potente lo interrumpe, pero se las arregla para terminar de explicar que siente un poquito de pena de sí mismo, mientras Reminiscencias —1968— de Julio Jaramillo inunda la sala y los sentidos de los asistentes.
La obra avanza, pero los cuatro televisores viejos y una radio, también vieja, que reposan en el escenario todavía no justifican su presencia y en este punto es preciso escarbar un poquito en el pensamiento del artista de 37 años, Raúl Adatti.
¿Cómo llegó a su mente la idea de crear un mundo alrededor de los televisores antiguos?
Bueno, porque me empecé a cuestionar sobre el paso del tiempo, es decir, uno tiene un límite en la vida, muchas veces los artistas, los bailarines, los magos, nos vamos oxidando con el paso del tiempo y, claro, eso me empezó a afectar…
¿Qué andariveles recorrió frente a esa problemática?
Me fui a un anticuario y empecé a ver que había teles viejas y cosas así, y dije: les está pasando lo mismo que a mí, y esto es un poco de teatro con los objetos, ¿no? Entonces, para mí es muy fuerte ver cómo la gente se conecta y empatiza con esos televisores viejos, es muy lindo.
En el escenario, una vez más repica el teléfono. Perdón, perdón, perdón, no lo escuché —dice Raúl—, hace tanto que no suena que en realidad no sé si sonó —prosigue—, mientras cuelga el auricular al comprobar que no hay nadie en el otro lado de la línea. “Sumergido en mi soledad, reconozco que clamo porque ese teléfono suene” —exclama.
Me llamo Sony, un antiguo modelo de televisor a color, con sonido estéreo. No me pregunten por qué, ni cómo ni cuándo. Yo era un televisor. Sí, durante mucho tiempo fui un televisor, dice Raúl ante el expectante público.
—¿Quién de ustedes no ha sentido vergüenza al verse al espejo, al reconocerse otro tan distinto? —pregunta—. Los televisores no podemos vernos al espejo, para un televisor no existe reflejo de sí mismo —explica—, al tiempo que presenta a los televisores que están en el escenario.
—Ella es mi mamá —dice—, señalando con su brazo a uno de ellos. Al principio de mi transformación, me dio la espalda. El que está por allá es mi hermano, encerrado y solitario. Todos nosotros somos Sony y él, por alguna extraña razón, salió Philips. El público reacciona con risas.
—El que está allá es mi papá —prosigue—, un televisor Sony Trinitron con letras mayúsculas: buena calidad de imagen, portátil y lo más importante, al menos para mi mamá: alta fidelidad. El escenario se llena de risas.
Su abuelo es una antigua radio nacida en 1906, su libro favorito era La guerra de los mundos. Él me contaba —dice— que todas las personas venían y se sentaban a su alrededor para escucharle contar sus historias. Siempre hablaba de deportes, pero se comía mierda, porque siempre perdíamos en todo. Todo el día hablaba de política, le encantaba, pero igual se comía mierda —explica—. Una vez más la voz de Julio Jaramillo llega al teatro, esta vez con Ódiame.
—Éramos una noble familia de televisores, dedicados al entretenimiento…. Y yo no dejaba de pensar en aquel programa: un mago, un mago, un mago, una obsesión tan ridícula como hermosa. Los trajes, las luces, los escenarios, las palomas, los colores y yo reducido a una pantalla, a merced de quien quisiera cambiarme de canal o incluso, apagarme. La peor parte era cuando te desenchufaban, cuenta el mago con claras muestras de nostalgia.
—Yo me transformé en esto, en esta criatura. Seguramente a ustedes les resulte familiar estas piernas, estos pies, estas manos, este pelo, esta voz. Justo en ese momento, suena una voz fuerte, con un eco macabro y rompe el diálogo del artista.
Luego, explica: el botón de encendido se transformó en mi ombligo, los parlantes, en mis orejas; mientras que el volumen en mis cuerdas vocales, la pantalla en un rostro, una cara. Esta criatura me permitió dedicarme por completo al disfrute, al entretenimiento, al gozo, al placer. Bueno, me transformé en humano... y estrené mi primer show de magia.
El conocido truco ¿dónde está la bolita?, armonizado con la voz del argentino Leonardo Favio y la canción Tu mirada y la mía, por más de una vez, arrancó risas del público. Luego hubo cartas, desaparición de monedas, pequeñas hogueras que bailaban en las manos del mago...
Cuando la idea cuajó y se transformó en La criatura ¿surgió la duda de cómo reaccionará el público?
Claro. Hasta ahora sigo con esa duda. Además, este no es un proyecto solo mío, es un proyecto de mucha gente. Todos nos sentamos, hablamos y la verdad es que esa idea tan mezclada, tan multifacética donde hay magia, teatro físico, teatro de objetos, sonoridades muy bonitas, muy antiguas, muy nostálgicas a veces asusta, y digo: no sé si la gente termina entendiendo, porque estoy acostumbrado a los shows de pun, pun, pun, y matan de risa y ahora llevar a la magia a otros tipos de emociones asusta un poco. Es un proyecto arriesgado, pero siento que hay que arriesgarse.
En las butacas del público estuvo Juana Guarderas, actriz de teatro, cine, televisión y directora del teatro Patio de comedias.
¿Qué piensa de La criatura?
A veces, cuando pensamos en un espectáculo de magia y teatro, de pronto, en nuestra cabeza siguen los estereotipos de la magia: los trucos, esos juegos interactivos con el público, o un espacio más vinculado a lo circense o al espacio del teatro cabaré, todo eso está presente en La criatura, pero este espectáculo va mucho más allá de estos simples estereotipos.
La magia en este espectáculo tiene una presencia para nada forzada, sino muy fluida. La magia es un ingrediente más de las tantas otras propuestas multidisciplinarias que tiene la obra: la parte visual, la imagen, el humor, el teatro del absurdo, montones de ingredientes que juegan en una dramaturgia de una historia que, además, es al mismo tiempo, tierna, divertida, mágica. Es un espectáculo que cuenta con el encuentro escénico de lo poético, lo filosófico, lo dramático, lo cómico y lo mágico, concluye Juana.
La magia que surge de aquella “criatura” fluye y se desliza por las tablas, en un ambiente semejante al de la época de su familia, sí, de su familia de televisores antiguos, que por efecto del implacable paso del tiempo están a punto de ser desenchufados.
Sobre el artista:
Raúl Adatti, mago e ilusionista, nació en Quito, en 1985. Incursionó en las artes escénicas como la danza, el mimo y el teatro físico. Su formación académica sucedió entre Quito y Barcelona. Sus múltiples giras y reconocimientos dan cuenta de su experiencia: Festival bicéfalo magia de dos países, Bogotá, Colombia. Festival de magia Daytona Beach, Estados Unidos. Convención nacional de magos en Oz, Sao Paulo, Brasil. Festival magia Jr., Barcelona, España. Reconocimiento: People’s Choice Award Magic Sam Convention Second Price on Stage Magic, en Orlando, Estados Unidos. (I)