Con carteles y al grito de “¡Queremos justicia!”, decenas de familiares y vecinos de los menores asesinados de Las Malvinas caminan la tarde de este miércoles, 1 de enero, rumbo al cementerio Ángel María Canals, del suburbio.
Los restos calcinados de los menores fueron hallados el 24 de diciembre, pero recién este 31, tras pruebas de ADN, se determinó que eran ellos.
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Ismael, Josué, Saúl y Steven, de entre 11 y 15 años, fueron detenidos el 8 de diciembre pasado en el sur de Guayaquil por parte de una patrulla militar. Los militares se los llevaron a la zona de Taura y no se supo más de ellos.
Los féretros con los restos de los menores fueron cargados en hombros por parte de los familiares.
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A pie, en motos y carros, decenas acompañaron a las familias de los menores.
Unos llevaron las pancartas con fotos de los menores que usaron en estas semanas en las que estaban pidiendo explicaciones sobre su paradero.
A los menores los velaron desde la tarde de ayer en sus propios hogares. Esta mañana el barrio donde habitaban los chicos estaba conmocionado, con sentimientos encontrados por el trágico desenlace.
Las madres no pudieron abrir los féretros, pues estaban sellados. Solo había partes de piezas óseas, pues los cuerpos fueron calcinados.
Un momento doloroso se vivió cuando al velorio llegaron compañeros del equipo de fútbol en el que jugaban.
Los hermanos Ismael Eduardo y Josué Didier estudiaban en el noveno y décimo curso del colegio Francisco de Orellana. Y eran amantes del fútbol.
Sus compañeros de equipo rodearon los féretros y comenzaron a llorar.
La familia de los menores dicen que la noche que desaparecieron ellos habían salido a jugar fútbol.
Por este caso están con prisión preventiva 16 militares que son de la base de Taura. (I)