El 21 de junio se conmemora una de las festividades más importantes del calendario ancestral andino: el Inti Raymi, una ceremonia que expresa el agradecimiento de los pueblos indígenas hacia el Tayta Inti (Padre Sol) y la Pacha Mama (Madre Tierra) por la generosidad reflejada en una buena cosecha.

Esta celebración ancestral coincide con el solsticio de invierno en el hemisferio sur, cuando el día alcanza su mínima duración y la noche se extiende más que en cualquier otro momento del año.

Significado del Inti Raymi

El Inti Raymi, que significa “Fiesta del Sol”, no solo marca el inicio del invierno en el sur, sino también el comienzo de un nuevo ciclo agrícola. La cosmovisión indígena considera este evento como un tiempo de renovación espiritual, comunión con la naturaleza y esperanza para el futuro.

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Por ello, las comunidades andinas realizan rituales sagrados, entonan cantos tradicionales y ejecutan danzas simbólicas en espacios ceremoniales, como forma de honrar a los elementos que garantizan la vida.

Aunque la jornada principal se celebra el 21 de junio, las actividades se extienden por varios días. En Ecuador, uno de los escenarios más representativos es el Complejo Arqueológico de Ingapirca, en la provincia del Cañar.

Allí, del 20 al 22 de junio de este año, se desarrollarán múltiples actos culturales que incluyen expresiones musicales autóctonas, danzas típicas, exposiciones de arte popular, además de ferias gastronómicas y de artesanía tradicional, según lo informó el Instituto Nacional de Patrimonio Cultural.

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Una festividad que traspasa fronteras

La trascendencia del Inti Raymi ha cruzado las fronteras del Ecuador. En otros países como Perú, Bolivia, Colombia, Chile y Argentina, también se realizan actos conmemorativos que rememoran la herencia cultural del Tahuantinsuyo.

En Tiwanaku (Bolivia), por ejemplo, las comunidades reciben los primeros rayos del sol en un antiguo centro ceremonial preincaico. En el norte argentino, especialmente en Jujuy, Salta y Catamarca, los pueblos originarios se reúnen para rendir tributo a la tierra.

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Incluso en países lejanos, donde residen comunidades migrantes sudamericanas —como Estados Unidos o algunas naciones europeas—, se organizan encuentros para mantener viva esta tradición que conecta al ser humano con la naturaleza y sus ciclos. (I)