Grace Troya esperó un bus en la parroquia de Pifo, en el nororiente de Quito, desde las 06:00 del martes. Tenía una cita de cardiología en el Hospital de Especialidades Eugenio Espejo. “Los taxis cobran muy caro, por eso espero que los buses salgan a trabajar, me toca esperar y perder el turno”, añadió. Sin embargo, su hija se acercó a un taxi y llegaron a un acuerdo. Este les iba a acercar a un punto donde supuestamente sí había buses, tenían que subirse con dos personas más y pagar dos dólares cada uno.