Ubicado en el centro histórico de Quito, el cementerio de El Tejar guarda siglos de historia y tradición. Este camposanto, rodeado de pasillos de piedra y ladrillo, alberga las memorias de generaciones de quiteños que aquí descansan en paz.

Construido en 1774, El Tejar fue el primer cementerio oficial de la ciudad, erigido a las afueras, en ese tiempo, en cumplimiento de una orden real de Carlos IV, que buscaba evitar los entierros dentro de iglesias y monasterios por razones de salubridad.

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Así, El Tejar se consolidó como el primer espacio destinado exclusivamente al descanso eterno en la capital.

El ambiente en el cementerio es solemne y cargado de simbolismo. Familias vestidas de negro recorren sus pasillos para despedir a sus seres queridos, mientras trabajadores cuidan de las viejas lápidas, conscientes de que protegen una parte fundamental de la historia quiteña.

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Este espacio no solo es un lugar de descanso, sino también de conexión con el pasado, pues aquí descansan personajes notables de la historia de Ecuador, como Eugenio Espejo, el primer médico, abogado y escritor del país, y figuras destacadas de la independencia que participaron en la batalla de Pichincha.

QUITO.- Ciudadanos sepultando a un ser querido en el cementerio del Tejar, en el centro histórico de la capital. Foto: Carlos Granja Medranda

Divoni Maldonado, miembro del Cuerpo de Agentes de Control Metropolitano de Quito y parte de la Unidad de Información y Seguridad Turística, relató con orgullo el valor patrimonial de El Tejar. Maldonado explicó que antiguamente en Quito los entierros se realizaban en templos religiosos, pero tras la orden del rey Carlos IV, El Tejar fue fundado como el primer cementerio en la ciudad.

“Aquí se encuentran descansando en paz los próceres de la independencia, así como miembros de la dinastía Montúfar y otras familias con gran poder económico que construyeron imponentes mausoleos de piedra volcánica”, comentó Maldonado.

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El cementerio de El Tejar se encuentra detrás de la Recoleta Mercedaria y alberga monumentos de gran valor histórico, hechos de materiales como piedra y mármol que reflejan la riqueza cultural y arquitectónica de la época.

A lo largo de sus 250 años de historia, El Tejar ha sido testigo de cómo las costumbres funerarias han evolucionado en Quito, adaptándose y transformándose, pero manteniendo viva la conexión entre los vivos y sus seres queridos fallecidos.

Para muchos quiteños, visitar el cementerio no solo es un acto de despedida, sino también una oportunidad para revivir historias y leyendas que han perdurado con el paso de los años.

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Durante las visitas guiadas al camposanto, dos personajes célebres de Quito, don Evaristo Corral y Chancleta, un comediante característico por su humor quiteño, y Marianita, una mujer tradicional, recrean conversaciones que reflejan el vínculo de los quiteños con sus difuntos.

Interpretados por agentes del Cuerpo de Control, estos personajes hablan sobre las tradiciones locales, desde la colada morada que se ofrece a los muertos hasta los nichos olvidados que esperan una flor como muestra de cariño de sus familias.

“¡Ay, Marianita! ¡Cuántas tradiciones y leyendas se desarrollan en este cementerio!”, exclama don Evaristo durante una representación. La conversación entre los personajes busca transmitir la importancia de preservar las costumbres y rendir homenaje a quienes partieron. Marianita responde con nostalgia: “Tenemos que mantener nuestras tradiciones, nuestras costumbres. No dejarlas morir. Por eso hay que venir a los cementerios, a visitar a nuestros fieles difuntos y recordar la historia de estos lugares”.

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Estas recreaciones teatrales forman parte de los esfuerzos de la Unidad de Información y Seguridad Turística para promover el turismo cultural en Quito, haciendo de El Tejar no solo un espacio de memoria, sino un destino de aprendizaje y conexión con el pasado.

Quito cuenta actualmente con 22 cementerios, siendo la ciudad con mayor número de camposantos en Ecuador. Este dato, proporcionado por el Municipio de Quito, resalta cómo los cementerios son espacios significativos de la cultura y el patrimonio quiteño, especialmente durante el Día de los Difuntos, una fecha en la que familias de todo el país se reúnen para recordar y honrar a sus seres queridos.

Este acto de comunión no es reciente; tiene raíces en la cultura Cotocollao, alrededor del 1500 a. C., que practicaba entierros en fosas circulares acompañados de ofrendas, simbolizando la creencia en la continuidad de la vida.

QUITO.- Lápida que data de 1870, en el cementerio del Tejar, en el centro histórico de la capital. Foto: Carlos Granja Medranda

Las tradiciones ancestrales de Quito reflejan una fusión entre las costumbres precolombinas y la influencia católica traída por los colonizadores españoles. En lugares como Alangasí, Tolontag y especialmente en Calderón, estas prácticas han perdurado, y cada 2 de noviembre, las familias llevan comida, bebidas y otros objetos simbólicos a los cementerios para compartirlos en honor a sus seres queridos.

El Tejar, con su antigüedad y su carga histórica, no es la excepción y se convierte en el escenario ideal para estas expresiones culturales.

Además de su relevancia histórica, el cementerio de El Tejar es un espacio de valor arquitectónico y artístico. Sus mausoleos de piedra volcánica, construidos por familias adineradas de la época, exhiben detalles esculpidos con gran maestría, incluyendo ángeles, cruces y figuras que representan la vida y la muerte.

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La arquitectura de este cementerio sigue modelos europeos de los siglos XVIII y XIX, con influencias que evidencian el mestizaje cultural entre lo local y lo extranjero.

Para quienes visitan El Tejar, el recorrido es una inmersión en el arte funerario, en el que cada tumba y cada lápida cuentan una historia. Los nombres y fechas grabados en las lápidas de piedra son un recordatorio constante de la fragilidad de la vida y de la importancia de recordar a quienes nos precedieron.

Hoy en día, el cementerio de El Tejar se levanta como un destino turístico que permite a los visitantes nacionales y extranjeros conocer más sobre la historia de Quito y las tradiciones funerarias de Ecuador.

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Las visitas guiadas, dirigidas por la Unidad de Información y Seguridad Turística y por otros grupos dedicados a las obras teatrales de la historia de la ciudad, permiten a los turistas explorar el patrimonio cultural de El Tejar y comprender el significado de estos espacios para los quiteños.

En el contexto del feriado de Difuntos, la administración del cementerio organiza misas y actividades que invitan a la reflexión sobre la vida y la muerte, y sobre la importancia de mantener vivas las tradiciones ancestrales.

El cementerio de El Tejar es mucho más que un camposanto. Es un reflejo de la cultura y la identidad quiteña, un lugar donde las tradiciones siguen vivas y donde la historia se entrelaza con las leyendas y las costumbres populares.

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Cada rincón de este cementerio cuenta una historia, y cada visita es un recordatorio de que, aunque la muerte es inevitable, el recuerdo y el legado de los que se han ido permanecen vivos en los corazones de quienes aún transitan por sus antiguos pasillos. (I)