Los disparos de arma de fuego alertan al barrio. La música se interrumpe por las detonaciones. Los gritos invaden la manzana y en la calle yace con orificios de bala en el torso y cabeza uno de los jóvenes que vio crecer la vecindad. A lo lejos, el vehículo de los sicarios remuerde el asfalto en su huida.