Este año estamos "de capa caída", dice Vicente Paredes, propietario de El Palacio de la careta, un local con 50 años de tradición en Quito, donde se venden caretas y monigotes.

A finales de junio tuve que entregar el local, porque no se podía pagar el arriendo, despedí al personal (cuatro trabajadores), explica en el nuevo local de venta de sus caretas. Ahí, en ese lugar, funcionaba el taller, pero ahora el taller se ha adecuado para exhibir sus productos: máscaras de caucho, caretas de cartón, antifaces y trajes para disfraces.

Paredes cuenta que estaban acostumbrados a vender todo el año, desde enero hasta el 31 de diciembre. Pero, este año su local se cerró en marzo y regresó a mediados de octubre con la esperanza de reactivarse, pero no lo consiguió.

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"La prohibición de la quema de monigotes nos acabó, esa fue la última palada de tierra en la tumba de toda una tradición", exclama Paredes.

El pasado 9 diciembre de 2020, en Reino Unido, apareció una nueva cepa de coronavirus considerada de mayor transmisión.

Frente a estos acontecimientos, el gobierno y el COE Nacional anunciaron nuevas medidas de bioseguridad con la finalidad de frenar los contagios de COVID-19. Actualmente, Ecuador registra 211.512 casos confirmados y 14.023 fallecidos, entre confirmados y probables.

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Una de las restricciones adoptados por el COE Provincial de Pichincha, mediante resolución A-095, restringe, desde el 15 de diciembre de 2020 hasta el 1 de enero de 2021, la comercialización y venta de materiales pirotécnicos, la quema de años viejos o cualquier figura humana o de animal real o ficticio, pintada, dibujada o hecha de cualquier material.

En años anteriores, El Palacio de la careta producía unas 2.500 máscaras en caucho y 3.000 caretas de cartón y se vendía más del 80% en la última semana del año, teníamos unas 24 personas ayudando a vender. En este año no se ha vendido ni el 5%, es decir, no se ha vendido ni la producción que quedó del año pasado.

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No tengo ninguna esperanza de que en estos dos días se pueda vender algo, porque esta prohibido todo y a pesar de que les estoy invitando que vengan, que si pueden divertirse en casa, en familia el fin de año, pero otra cosa también es la crisis económica, la gente no tiene dinero. Si no hay para comer, de dónde van a sacar para divertirse, reflexiona Paredes.

A pesar de la incertidumbre y la poca esperanza de vender, Vicente Paredes, impulsado por la tradición, hizo nuevos diseños como el Covid-19 -el causante de la mayor emergencia sanitaria y pérdidas económicas en el mundo- hizo doce monigotes de cartón pequeños del presidente de la República, Lenín Moreno, de esos se vendieron once.

"Desde que tengo uso de razón me he puesto a vender aquí, mi madre primero y después yo", dice Rosario Peralta, 36 años. Ella vende monigotes en la Avenida América, en el norte de Quito; desde hace 10 años lo hace sola porque su madre le dejó el puesto.

Todos los años instalaba su carpa, junto a otros vendedores, pero este 2020 no ha podido hacerlo debido a que, por la pandemia, no consiguieron los permisos.

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A pesar de la prohibición, Rosario Peralta y otros comerciantes decidieron salir a vender estos dos últimos días para obtener algo de dinero para la merienda familiar del 31.

En años anteriores vendía unos 150 monigotes entre grandes y pequeños, esta vez exhibe 30 pequeñitos, de 40 centímetros, rellenos de papel para que se puedan quemar en los patios de las casas. Cuestan 3 y 4 dólares.

Este año ha sido fatal, pero, el dueño del Palacio de la careta agradece a Dios por su salud y la de su familia, dice que no cree en lo que dice el gobierno sobre la aplicación de las vacunas desde marzo: “El gobierno nos pone lindo, que en marzo empiezan las vacunas, pero, para que llegue a nosotros, al pueblo, es difícil”, concluye (I).