Un mensaje de voz enviado por un niño de 9 años a su maestra justificando que no podía entregar la tarea porque su “cuchi” estaba pariendo se viralizó en las últimas horas en Cuenca y otras localidades del Azuay. El caso generó cientos de comentarios.

La inocencia del menor reveló cómo los estudiantes rurales de la provincia aprenden a compartir su tiempo entre el estudio y el trabajo en casa.

En el audio de WhatsApp, que dura 28 segundos, se escucha que el pequeño Juan Gabriel comenta lo siguiente: “Profe Nancy, buenas tardes, le puedo decir que no pude mandar el deber muy prontito porque acabándose las clases mi cuchi empieza a parir y no sé hasta qué horas estará. Y como mi mami aún no llega de Paute yo tengo que estar viendo ahí a la cuchi. En cuanto acabe de parir le envío el deber, ya gracias, chao. Espero que me entienda”.

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Esto es lo más ternurita que escucharás hoy pic.twitter.com/xwrz9n3zyw

Juan Gabriel estudia en el quinto año de básica en una escuela fiscal del cantón azuayo Guachapala y contó que el miércoles pasado al terminar las clases observó que Sandy, su cerdita, estaba botando sangre y a punto de parir.

GUACHAPALA, Azuay. El pequeño Juan Gabriel cuidando a sus lechones. Foto: Cortesía.

La primera cría salió a las 13:00 y fue él quien la sacó sin ayuda de nadie. Al poco tiempo llegó su madre de vender las hortalizas en el vecino cantón Paute y siguió con el trabajo hasta la medianoche, dejando libre a su pequeño para que haga la tarea pendiente.

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En total fueron ocho los cerditos que nacieron y según lo que contó Diana Juca, su madre, los lechones son de su hijo. Todos están saludables y el dinero que obtengan por venderlos será para seguir costeando sus estudios.

Confesó que al principio tenían nervios y hasta temor por el mensaje que se regó como pólvora en redes sociales, pero luego al ver los comentarios positivos de la gente se calmaron y cambiaron esos sentimientos por orgullo y alegría.

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Si bien Juan Gabriel ya tenía experiencia en esta actividad, su madre aclaró que eso es secundario porque lo que siempre les ha inculcado a sus dos hijos es que lo primero, ante cualquier cosa, es el estudio.

Al escuchar el mensaje enviado por el menor, la docente Nancy Monroy contó en una entrevista que no le sorprendió mucho porque en las clases virtuales de la mañana ya comentó que iba a estar pendiente de la cerda. Ese día les pidió hacer un folleto acerca de la natación y los requisitos para un buen desempeño para la salud, que debían entregarse a las 18:00.

Su primera reacción fue de ternura y comprensión al saber que los niños tienen otras actividades en casa, más cuando Juan Gabriel, según contó, es muy responsable en sus actividades académicas.

La maestra contó que la educación rural en medio de la pandemia y con el uso de tecnología no tiene mayor comparación con la zona urbana porque allí no todos tienen conexión a internet. Por ejemplo, en su clase tiene chicos que por no acceder a la tecnología les lleva a sus casas las agendas semanales de trabajo para que no se atrasen, pero también hay otro que tiene necesidades educativas especiales y lo visita en su domicilio para recibir clases presenciales.

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Sobre el cuidado de los animales

Fausto Álvarez es médico veterinario y vive en el cantón Guachapala. Conoce al menor por referencia de su hijo, quien es compañero de la hermana menor de Juan Gabriel. Como profesional dice que la justificación del chico es totalmente válida porque la labor de parto de este animal es compleja.

Describe que en una camada pueden nacer entre 12 y 22 lechones, que salen cada 30 o 60 minutos, por lo que pueden demorar una noche o un día entero. Aunque no es una labor riesgosa ni compleja, Álvarez explica que cuando un cerdito nace suele tener mucosidad en la nariz que se quita limpiando y dándole un masaje en el lomo, caso contrario puede morir.

La situación es que al fallecer un animal también se pierde dinero, pues cada uno se puede vender entre $ 60 y $ 80, según sus características, principalmente si es de raza o mestizo.

“Para la gente estos animales son como una auténtica alcancía. Si a los dos meses venden 10 chanchitos ganan hasta $ 800, dinero bastante necesario en esta época de crisis”, aseveró.

Los anhelos del menor

Por teléfono la voz de Juan Gabriel suena con la misma claridad e inocencia como la del mensaje de WhatsApp. Cuenta que en el futuro sueña con ser abogado para defender a las personas y en esta Navidad desea recibir algún regalo, pero en especial, pasar con su familia. (I)