Las quejas por las actuaciones de algunos agentes de la Comisión de Tránsito del Ecuador (CTE) se da en diversas localidades de Ecuador. El director ejecutivo de la entidad, Eduardo Ayala, pide que la ciudadanía denuncie estos hechos. Incluso dice que se puede alertar al ECU911. Y agrega que actualmente están prohibidos los operativos 'sorpresas' o de agentes que estén escondidos en las vías.

Aquí testimonios de quienes cuestionan el actuar de algunos uniformados.

María R.: «Un vigilante retuvo mi auto por una hora y pidió dinero para el desayuno»

"Viajaba de urgencia, el 4 de septiembre, de Guayaquil a Calceta en mi auto. Salí pasadas las seis de la mañana porque debía llevar a mi madre, de la tercera edad, a Portoviejo a una consulta médica urgente. En Pascuales, unos agentes de la ATM hacían control y como me correspondía circular con placa impar solo revisaron licencia y matrícula. Uno de ello me recordó que me faltaba la revisión de este año, pero me explicó que por el estado de excepción no era obligatorio, algo que yo lo sabía.

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Al pasar por Jipijapa, en el sector del Choclo, a eso de las 08:15, había otro control de tránsito, Ahora eran vigilantes de la CTE. Ahí debí pasar por una situación vergonzosa.

El vigilante me dijo que no podía circular sin la revisión de este año. Le expliqué que por el estado de excepción y las dificultades de trámite por la pandemia no era obligatorio. Mucha gente incluso no tiene dinero para el trámite. Indicó que el carro quedaba retenido, pero que debía esperar porque se lo llevarían luego de que termine el operativo.

Le rogué que no me hiciera problema porque él estaba actuando de forma ilegal. Se puso bravo, no sirvió que le dijera que tenía una emergencia, que debía estar puntual para la cita médica privada de mi madre.

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Así, por 45 minutos no me devolvía los documentos y no se llevaban el carro (era ilegal). Le dije que llamaría a algún jefe de la CTE y me respondió que él era el superior y me puso como ejemplo a otros choferes que "arreglaban amistosamente".

Me advirtió que debía pagar 200 dólares de multa, no sé cuánto del canchón, "su licencia impecable perderá puntos" y me pidió dinero directamente. Le ofrecí $5 y se me rio; dijo que eran seis y que quería "por lo menos para el desayuno". Cuando le dije que solo llevaba $20, otra vez se molestó y ahí estallé, le dije que si quiere que se lleve el auto, que me devuelva los documentos y me dé sus nombres. Se alejó y volvió. Ahí me dijo, deme el billete al momento en que le entrego sus papeles. Perdí una hora, $20, fui humillada y burlada. En ese tiempo, al menos 10 choferes "arreglaron amistosamente", con dinero". (I)

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Luis: «Se le da algo (dinero) al vigilante (en Azuay) y él ya no se presenta a la audiencia»

Luis (nombre protegido) viaja cuatro veces a la semana desde Cuenca a Guayaquil. Reconoce que es un transportista 'pirata' o ilegal. Lleva y trae gente en su auto particular. Justifica que se dedica a esta actividad porque no hay trabajo en esta pandemia y es la opción que tiene para llevar a casa el sustento diario.

Sostiene que personal de la CTE calcula y emplea algunas estrategias para 'acecharlos', pues ellos ya reconocen a quienes se dedican a esta actividad. Así, los agentes se ubican en el sector de Molleturo, en la provincia de Azuay, porque saben que ahí la señal de teléfono celular se pierde y pedir ayuda es imposible, sostiene.

Los patrulleros, cuenta, circulan a una velocidad menor a la permitida legalmente y cuando ellos lo rebasan en doble línea, aunque no existan autos varios kilómetros a la redonda, los detienen. Y luego empieza la 'negociación' entre choferes y uniformados con la conocida palabra 'ayúdeme'. Asegura que en ocasiones le toca pagar para que no les "guarden (retengan al vehículo)", porque esto les significa una multa de $1000 y perder doce días de trabajo.

Y si los detienen, en el canchón (centro de retención vehicular) también pueden llegar a otros acuerdos, como el pagarles para que no se presenten a la audiencia de formulación de cargos, cuando apelan la sanción. "Hay que darle algo al vigilante y él ya no se presenta a la audiencia, con lo que nos evitamos pagar la multa, pero el carro sale luego de 12 días", cuenta Fernando, uno de los tantos casos. (I)

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Hugo: «Le di $10; me ‘aconsejó’ que fuera con intermitente para que nadie más me pare »

Todavía regía el estado de excepción, pero ya se podía viajar con más libertad, dice Hugo, quien aprovechó para visitar a sus familiares en Quevedo, el sábado 29 de agosto. A la ida cuenta que le fue bien. Lo pararon dos veces en operativos de control y como cumplía con todo no tuvo problemas.

Al retorno a Guayaquil, su ciudad natal, dos vigilantes lo hicieron parar en el sitio conocido como el Cerrito, antes de llegar a Balzar, Guayas. Le pidieron documentos, vieron si sus acompañantes tenían cinturón de seguridad, mascarilla y otros detalles. Con todo cumplió, sostiene.

Luego de eso le dijeron: tiene quemado un foco. Era el de la luz media, del lado derecho. Se bajó, revisó y al inicio no se percató de aquello.

Pero el vigilante le mostró y al observar bien a detalle se dio cuenta de que en efecto era el foco de luz media. 'Tuvo que habérseme quemado en el camino, porque salí bien con todo', le habría indicado al vigilante. 'Uy, qué pena', le contestó.

Al final y tras pedir que lo ayudaran, porque anda con más familiares en el carro, le dio $10 al agente porque no tenía más en su bolsillo, asegura.

Enseguida le devolvieron los documentos y le dieron un consejo: 'Vaya con intermitente (luces de parqueo) para que ninguno de mis otros compañeros lo paren en el camino, así usted llega hasta Guayaquil'", le habrían asegurado aquel día. (I)

Fernando: «Hay otros que son más ambiciosos y que te piden $20 o hasta $150»

Sostienen que la pandemia del coronavirus los ha golpeado en todos los sentidos. Y como ahora hay más desempleados, más personas se dedican al 'taxismo' ilegal, al margen de la ley.

Pero aquí, aseguran, también deben sortear con obstáculos, pues deben pagar coimas (dinero) para trabajar con menos problemas.

Fernando es uno de ellos, su ruta es hacia Loja. Él, al igual que otros de sus colegas, dice que siempre los están persiguiendo porque saben a qué se dedican.

Cuenta que hay vigilantes que ya tienen tarifas establecidas. Están los de costos razonables, pero también "hay otros que son más ambiciosos", comenta.

Y justifica que por presión y por necesidad ha pagado entre $20 y $150, todo depende del ánimo y de cuántos están en el turno asignado, en especial cuando le dice: "verás que estamos tantos agentes".

Pero su mayor preocupación, comenta, es que cuando los detienen, porque les restan 10 de los 30 puntos en su licencia de conducir. Y con dos 'guardadas' (retenciones de los carros) ya no tiene forma de trabajar.
Adicional menciona que les 'disparan' o delatan. Entre estos últimos estarían los que manejan busetas consideradas turísticas. Les toman fotos y les pasan por WhatsApp a los vigilantes para pedirles que los "guarden" (detengan los carros). Y aunque sabe que a ellos también los persiguen, asegura que para los legales es más fácil 'negociar'. (I)