Corría el sábado 12 de enero de 2019 cuando unos hombres armados emboscaron a tres policías antinarcóticos. Uno falleció y dos quedaron heridos. Ocurrió en el sector Puerto Mestanza, en la frontera entre Ecuador y Colombia, en la provincia de Sucumbíos, en la Amazonía.

Es el hecho de mayor connotación en 19 meses en la zona fronteriza de Sucumbíos con Putumayo (Colombia).

Desde aquella emboscada, este lado de la frontera vive una relativa calma, pero en expectativa por la presencia de nuevos grupos armados que han ocupado el territorio dejado por exguerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) en el departamento de Putumayo. Son grupos que se dedican a labores de narcotráfico

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Una publicación de noviembre del 2019 de InSight Crime, una fundación dedicada al estudio del crimen organizado, la principal amenaza a la seguridad nacional y ciudadana en Latinoamérica y el Caribe, como lo califican, afirma que en la zona de frontera entre Putumayo, en Colombia, y Sucumbíos, en Ecuador, opera una alianza entre el grupo armado La Constru y disidencias de las FARC.

Esta relativa calma podría considerarse estratégica para grupos armados, según la publicación de InSight Crime, que cita a una fuente de inteligencia.

En la publicación se indica que Lago Agrio, cantón de Sucumbíos y cuya capital es Nueva Loja, sería escala y punto de encuentro de traficantes internacionales que buscan hacer negocios en la región fronteriza con Colombia.

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"Como es una ciudad petrolera también hay muchos extranjeros trabajando para las compañías petroleras, y los traficantes se pueden camuflar entre ellos fácilmente", expone la fundación InSight Crime.

Fuentes dicen que los que más llegan son los traficantes europeos, especialmente de la región de los Balcanes, sur de Europa.

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Esta afirmación coincide con los informes de inteligencia policial a los que InSight Crime tuvo acceso. Sin embargo, los carteles mexicanos también hacen negocios en la zona. Y adicional vendrían traficantes de lugares más lejanos como los de países de Medio Oriente.

La cocaína que los traficantes vienen a comprar se produce al otro lado de la frontera, en el departamento colombiano de Putumayo. La mayoría hace sus negocios con una red de tráfico que domina las rutas de la droga hacia Sucumbíos: la alianza entre La Constru y antiguos grupos de las FARC (ex-FARC Mafia, como les llaman en Colombia).

En junio de este año, en la parroquia 10 de Agosto, del cantón Lago Agrio, aparecieron panfletos que amenazaban de muerte a 18 personas. A ellos los acusaban de integrar aparentemente una banda que se dedicaría al robo de viviendas, ganado, dinero y herramientas de trabajo de las familias campesinas del sector.

Las amenazas provenían de un grupo autodenominado Escuadrón de la muerte y daban 30 días de plazo para que los mencionados en los panfletos abandonen la parroquia.

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Con esto, José Peña, presidente del Gobierno Parroquial 10 de Agosto, se sintió "muy preocupado" porque las amenazas hechas a las familias alteran la paz y tranquilidad de los habitantes en esta zona.

A raíz de esa amenaza algunos tomaron precauciones y se alejaron un tiempo del sector. Otros se quedaron en la parroquia; y el supuesto grupo no cumplió su advertencia.

El tráfico de armas, combustible y de drogas (sustancias sujetas a fiscalización) es común en el corredor fronterizo de Sucumbíos. En sus patrullajes, las Fuerzas Armadas han hecho varios decomisos.

En el sector Nueva Santa Rosa, Lago Agrio, el mes pasado se descubrió un laboratorio clandestino que procesaba hoja de coca. "El laboratorio estaba en un lugar de difícil reconocimiento por la inaccesibilidad del terreno, pero nuestras patrullas lograron identificarlo", dijo el teniente coronel Kléver Almeida.

Contrabando y amenazas son frecuentes en línea de frontera

Este mes, en la parroquia General Farfán, en Sucumbíos, militares del Batallón de Selva 56 Tungurahua localizaron un camión lleno de mercadería que pretendía cruzar por paso ilegal. Foto: Cortesía

Camiones con productos de contrabando son los más detenidos durante los operativos en lado ecuatoriano, en la zona fronteriza entre Sucumbíos y Colombia.

Uno de estos ocurrió en este mes. Militares del Batallón de Selva 56 Tungurahua localizó un camión lleno de mercadería que pretendía cruzar por un paso ilegal.

El camión estaba cargado de víveres y sus dueños no tenían facturas que acrediten el transporte legal de la mercadería. Los productos estaban siendo descargados en el sector conocido como la Balastrera, parroquia General Farfán, un paso fronterizo hacia Colombia donde está prohibido el intercambio comercial.

Y allá, en el lado colombiano sobre la línea de frontera con Ecuador, los grupos armados ya empiezan a ejercer autoridad sobre la población civil, que les teme.

Una de las últimas acciones fue un manifiesto donde se advertía de muertes a quienes incumplan con medidas para evitar la propagación del COVID-19. "Vamos a tenerlos muy vigilados, toda persona que no acate estas recomendaciones se exponen a las consecuencias, no queremos acelerarles la muerte al COVID, no vayan a permitir que los vehículos sean incinerados", decía parte de un panfleto firmado por las llamadas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia-Putumayo.

Sobre las riberas del río San Miguel, parroquia General Farfán, existe la prohibición de cruzar desde Ecuador a Colombia y viceversa, salvo por emergencias comprobadas.

Por eso, muchas familias de los recintos fronterizos, como Puerto Mestanza, Luis Bermeo y otros, han quedado divididas por las restricciones de movilidad que rigen en la línea fronteriza de Sucumbíos con Colombia. (I)