Roque Sevilla se muestra idealista y optimista respecto del futuro del país. Tiene 72 años y es empresario, ambientalista y político, fue alcalde de Quito. Lidera el fondo llamado Por Todos, creado con dineros privados para ayudar en la crisis.

¿De dónde salió la idea?

Acababa de ver las noticias en la televisión y me impactaron tanto las imágenes de Guayaquil que me dije ‘esto no puede seguir así’. Ver los cadáveres botados, la gente desesperada por enterrar a sus seres queridos sin que nadie pueda ayudarles; ver cómo las filas se iban incrementando en los hospitales... Y yo no hacía nada. Entonces se me ocurrió esta idea. ¿Por qué no un fondo de $20 millones en 30 días? Comencé a llamar a dos o tres amigos que son sensibles a los temas sociales y tuve una reacción positiva. Unos con más y otros con menos, todos estuvieron de acuerdo en una fiducia, para que sea algo transparente y eficiente.

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¿En qué consiste la fiducia?

Nosotros creamos la fiducia con la condición de que el dinero de los donantes sea, exclusivamente, para tratar el tema del COVID-19.

¿En dónde?

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Donde más se necesite. Creemos que lo mejor ahora es entregar dinero; para ello, trabajamos con el MIES y ONG que conocen la situación de los más pobres. Ellos recibirán un pin al celular, para que puedan retirar en las sucursales de los bancos.

¿De cuánto es esa ayuda?

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De $120 y vamos a entregarla, sobre todo, a mujeres. No sabría decir a cuántas, pero esa será la primera línea. La segunda, que cobra cada vez más importancia, son las pruebas, porque permiten que la gente vuelva a trabajar. Además, con la Cruz Roja estamos viendo cómo adaptar espacios de atención. Así, la gente en vez de ir al hospital y mezclarse con los que están gravemente enfermos, que es lo que está sucediendo, iría a estos “refugios provisionales” y bajaría la carga hospitalaria.

¿Habrá más aportes?

En los primeros cinco días llegamos a $7 millones. La meta es $20 millones en 30 días. Estamos haciendo esfuerzos con otros actores privados para sumar.

¿Trabajará con el Estado?

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Le voy a ser bien sincero, no se le tiene confianza. En el terremoto se entregó dinero y no hubo fideicomiso ni control alguno y se robaron, si no la mitad, todo. Los donantes me han dicho: Les entregamos esto a ustedes porque les tenemos confianza y son gente honesta, pero nada de entregarle en plata al Gobierno; hay que ayudar en todo lo que sea posible, pero no en plata, porque hay demasiada corrupción.

¿Qué lecciones le deja la crisis hasta ahora?

La primera es la misma que en el paro de octubre: no podemos seguir viviendo en un país con tanta pobreza y tanta diferencia entre pobres y ricos. Hay que hacer un acuerdo nacional para que esto cambie. Las empresas deben entender que solo ganar más ya no tiene sentido, que estamos abusando de nuestro planeta. Tanto es así que la enfermedad no respetó ni los muros de Trump. Si no cambiamos, se nos viene una prueba mucho más fuerte: el cambio climático. En Quito, Guayaquil y Cuenca el aire ha mejorado, hay cóndores volando sobre el parque Metropolitano, algo que nunca se ha visto. Eso nos dice mucho de la contaminación tan brutal de los automóviles y del transporte masivo. Ahora, con la tecnología, podemos hacer cosas sin desplazarnos. ¿Qué tal si dos días a la semana los niños no necesitan ir al colegio? Hay valores positivos nuevos y otros que debemos reconsiderar, como la amistad, la familia, la buena comida... Recién nos damos cuenta de lo vital que es el esfuerzo de los campesinos, cuando creíamos que tener comida era algo normal. (I)