“En comparación con Ecuador, la situación está menos caótica aquí, no tenemos toque de queda pero en mi estado de residencia, al igual que en muchos otros, se prohibieron las aglomeraciones y solo locales esenciales pueden estar abiertos”, dice Óscar Schnabel, un portovejense de 28 años, quien radica desde hace tres años en Cleveland, Ohio, en EE. UU.

Para Óscar, quien labora como ingeniero civil en una constructora local, la rápida propagación del COVID-19 en el país, donde se registra el número más alto de casos en todo el mundo, es algo que le ha causado impacto. En Estados Unidos la cifra total de contagios supera los 216 000 y las muertes son más de 5000.

“Muchas personas cuyos trabajos no pueden adaptarse a deliveries, están sin empleo y muchos están a la expectativa de que los bancos y arrendadores privados no cobren hipotecas y rentas”, refiere Óscar y dice que en su mayoría los estadounidenses dan por sentado que la economía del país se verá afectada, pero se han visto respaldados en las medidas que el Gobierno está tomando para evitar una crisis.

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Sin embargo, comenta que sus expectativas no son muy optimistas y menciona que ha podido notar que en el país prevalece el interés por la economía y no por aceptar hechos científicos que puedan favorecer a la vida de las personas.

El portovejense menciona que la empresa para la que trabaja acogió la medida del teletrabajo de inmediato ante la expansión del virus y desarrolló un servicio de mensajería instantánea para que todos puedan estar comunicados.

Óscar agradece la labor de todos los repartidores y dice que los servicios de entrega a domicilio no han presentado problemas hasta el momento.

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“Los supermercados y farmacias se acogieron al servicio a domicilio y también muchos restaurantes que antes no ofrecían esa modalidad se han sumado”, comenta y destaca que los repartidores están cumpliendo con todos los protocolos de seguridad y que es obligatorio que los pagos y propinas se realicen en línea.

Para Óscar, nadie está inmune de contraer el virus en algún momento o en el futuro, pero cree que la cuarentena que vive el mundo da “algo de tiempo” a los laboratorios para desarrollar y probar una vacuna. “Quedarnos en casa es lo menos que podemos hacer para ayudar a los doctores, enfermeras y laboratoristas”, dice. (I)