“No creas todo lo que te dicen”, me aconsejó la abuela una noche de plenilunio. Y con una sonrisa pícara, mientras señalaba la luna, dijo: “esa es una gran bola de queso”.
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“No creas todo lo que te dicen”, me aconsejó la abuela una noche de plenilunio. Y con una sonrisa pícara, mientras señalaba la luna, dijo: “esa es una gran bola de queso”.
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