Valorar la sostenibiliad en navidad es de suma importancia, pero existe otro factor importante a la hora de valorar la energía y sus gastos. Aunque tus luces sean de bajo consumo, la iluminación navideña sostenible no es posible.

Además del evidente gasto energético de las luces colocadas durante la navidad, aunque sean de bajo consumo, existe otro factor importante a la hora de valorar sus sostenibilidad: la contaminación lumínica. Y teniendo todos los datos en la mano la conclusión es inapelable, la iluminación navideña no es posible.

En el actual contexto de calentamiento global cualquier acción debe asegurar que satisface las necesidades de las generaciones actuales, pero sin afectar la capacidad de las futuras".

De acuerdo con este criterio acuñado por las Naciones Unidas, la iluminación navideña de las ciudades no es sostenible. Es posible que los millones de luces instaladas por los gobiernos municipales incrementen la actividad económica como se pretende, pero también es seguro que lo hace sin respetar el medio ambiente y el bienestar de la población.

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El exceso de luces de Navidad está relacionado con el problema de la contaminación lumínica. Ciudades ya de por sí muy contaminadas lumínicamente compiten por ver cuál de ellas llena más las calles de luces multicolores.

Algunas grandes ciudades emiten una gran cantidad de luz, afectando a zonas cercanas medioambientalmente muy sensibles.

La verdadera sostenibilidad consistiría en no incrementar el desastre ambiental que ya producen con el exceso usual de luz de sus calles. Por ejemplo, por cada lumen de luz de Navidad instalado deberían rebajar un lumen de la luz de las calles. Así se ha hecho en la Grand Place de Bruselas, donde han apagado la luz de la plaza para admirar los edificios iluminados.

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Grand Place de Bruselas.

Insectos y aves afectados por la contaminación lumínica

La intrusión lumínica en los ecosistemas que necesitan la oscuridad para vivir afecta a anfibios, tortugas marinas, plancton, mamíferos, aves y, sobre todo, a insectos. En el caso de las aves, es muy conocido el problema con las pardelas en Canarias que, en su primer vuelo, quedan desorientadas por el alumbrado de las ciudades costeras.

O la catástrofe de las miles de aves migratorias atrapadas por los haces luminosos que conmemoran cada 11 de septiembre los atentados de Nueva York.

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Pero la cuestión es todavía más sangrante en el caso de los insectos. Un estudio reciente denuncia la disminución de los polinizadores en todo el mundo, siendo la contaminación lumínica una de las causas. En las zonas de plantas iluminadas por la noche, las visitas nocturnas de insectos polinizadores se redujeron en un 62 % en comparación con las áreas oscuras. Y ello ocurre cuando las zonas iluminadas crecen a nivel mundial un 2,2 % al año.

Efecto en los humanos

Los humanos, como seres vivos de actividad diurna, tampoco nos libramos de los efectos nocivos de la luz artificial nocturna sobre nuestro sistema circadiano.

Esta inhibe la producción de melatonina. La cronodisrupción producida está relacionada con problemas de insomnio, obesidad, depresión o diabetes.

Una familia posa frente a la decoración de Navidad en la Plaza Bolivar, en Caracas.

Las luces led blancas con un exceso de componente azul que se instalan en muchas ciudades y pueblos son los mayores disruptores del ciclo día noche de nuestro organismo. Y, por cierto, la mayoría de luces de Navidad o son blancas o son directamente azules.

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Es habitual escuchar que los led instalados no suponen un gasto excesivo, ni consumen mucho. Incluso que son sostenibles, pero es un mal ejemplo que se da a los ciudadanos: si este exceso es posible, cualquier extra también lo será, proclaman los ecologistas. (I)