Quién pensaría que una empresa que llegó a trabajar en cuatro continentes con grandes proyectos acabaría a sus 75 años pidiendo ayuda para evitar su quiebra tras cinco años del mayor escándalo de corrupción internacional, producto de la investigación Lava Jato.

La brasileña Odebrecht presentó hace menos de un mes una solicitud de protección contra bancarrota ante un tribunal de Sao Paulo, algo que le puede permitir reestructurar una deuda de 21.500 millones de dólares, dinero que ha visto perder en los últimos cinco años de investigaciones, multas, terminaciones de contratos y sentencias.

Es el mayor proceso de recuperación judicial en la historia de Brasil. El pedido fue formulado por el Consejo de Administración de ODB (holding que controla las diferentes empresas del grupo). Además el proceso involucra a una veintena de empresas del grupo, pero deja fuera a sus compañías operacionales, entre ellas la constructora OEC (Odebrecht Engenharia y Construçao) y la petroquímica Braskem.

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La medida le permitirá mantener sus actividades comerciales durante los seis meses que tiene para negociar con sus acreedores, principalmente bancos públicos brasileños y tenedores de bonos.

Sin embargo, y aunque parezca raro, ahora con sus 48.000 empleados (66% en Brasil y 34% en otros países) a sus 75 años de historia (fue fundada en los 1944 por Norberto Odebrecht) es la tercera parte del ‘monstruo’ empresarial que fue hasta que estalló el escándalo, cuando era una multinacional con 148.000 empleados.

En el difícil lustro la empresa tuvo que firmar acuerdos con Estados Unidos, Brasil, Perú, Panamá, República Dominicana, Guatemala, Ecuador y Suiza, para compensar los actos ilícitos y seguir trabajando.

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Marcelo Odebrecht, nieto del fundador de la empresa, fue arrestado en 2015. Luego condenado a 19 años de prisión, pero tras aceptar que la empresa coopere con la justicia su condena disminuyó a 10 años, de los cuales solo pasó dos en la cárcel. Desde 2017 está en prisión domiciliaria en su lujosa mansión de 3.000 m² en Sao Paulo.

Reconocida en la década pasada por ser la mayor constructora de hidroeléctricas, la mejor empresa de ingeniería de América Latina o la “mejor empresa familiar del mundo”, Odebrecht ya no tiene a alguien con ese apellido dirigiéndola. Desde 2017 Luciano Guidolin es el director y Ruy Lemos el presidente del Consejo de Administración de la firma, que aún es grande. Tiene operaciones en 14 países y representaciones en otros 13. Además exporta productos y servicios a 100 países, según sus sitios web.

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Sin embargo, la cola de los sobornos de Odebrecht está aún lejos de terminar.

En Ecuador recién esta semana la empresa se comprometió a pagar una reparación. Mientras en Perú continúan las investigaciones, por las cuales esta semana se allanó la casa de la exprimera dama Nadine Heredia.

En Colombia fueron llamados a testificar los expresidentes Andrés Pastrana y Álvaro Uribe dos años después de que dijeran que Odebrecht dio aportes a la campaña del expresidente Juan Manuel Santos. En México está en fase inicial el primer proceso judicial por el caso Odebrecht. (I)