“Fue detenido el 21 de enero... lo llevaron a un cuarto oscuro. Lo amarraron, lo golpearon, lo guindaron por ocho horas o más, él no tiene noción del tiempo. Le arrancaron piel de sus manos, perdió la sensibilidad total. Fue electrocutado, lo colgaron de los pies hasta que se desmayaba y lo mojaban y lo electrocutaban para despertarlo. Luego le colocaban gas lacrimógeno y le colocaban una bolsa para asfixiarlo. Intentaron violarlo con un palo, le abrían las piernas entre dos personas y le golpeaban los testículos fuertemente. Le golpeaban tanto que se defecaba y luego lo obligaban a comerse sus heces fecales, cosa que era imposible, y vomitaba”.

La voz se le quiebra y está al borde del llanto Sandra Hernández, maestra de 30 años, a cuyo esposo, el sargento de la Guardia Nacional Luis Bandres Figueroa, lo detuvo la fuerza chavista cuando decidió dejar de servir a Nicolás Maduro.

Hernández tuvo que dejar de trabajar y salir de Caracas con los dos hijos, uno con asperger, porque era perseguida por la policía. Ahora vive de lo que le den amigos. El pasado viernes pudo contar el caso de su esposo a la alta comisionada de los Derechos Humanos de las Naciones Unidas, Michelle Bachelet, durante su visita a Venezuela, publicó Infobae.

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Decenas de familiares de detenidos durante las protestas contra Maduro intentaron que Bachelet les escuche. A la cita se restringió el acceso de la prensa independiente.

Mónica Santamaría también logró que Bachelet escuche el caso de su hermano José Luis, un civil que estuvo preso entre 2014 y 2017 y luego recapturado en 2018. “Denuncié las torturas que funcionarios del Sebin (policía de inteligencia) hicieron a mi hermano. Lo desnudaron y encadenaron a la puerta de su celda varias veces. Lo golpearon y llenaron de excremento”, le contó.

Alfredo Romero, director de la ONG Foro Penal, dijo que en la cita se mostraron imágenes de “terribles torturas”.

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En su declaración final, tras concluir la visita, en la que se reunió con funcionarios del chavismo y el líder opositor Juan Guaidó, Bachelet dijo que fue “profundamente doloroso escuchar testimonios de víctimas de graves violaciones de derechos humanos o de violencia política por no ser partidarios del Gobierno”.

“Escuché el testimonio de un hombre que me explicó cómo su hermano fue torturado, humillado y asesinado por oficiales encapuchados de las FAES (policía de Fuerzas Especiales)”, contó Bachelet.

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La expresidenta chilena, cuyo padre fue torturado y murió bajo el régimen de Augusto Pinochet, dijo que pidió la liberación de “todos los presos por manifestar en forma pacífica”. Pero Foro Penal, que defiende a opositores presos, criticó a la alta comisionada, al considerar que no se lograron los resultados de su visita.

“La efectividad de la visita y los resultados no se han obtenido (...). No se ha obtenido la libertad de los presos políticos”, declaró Romero, quien dijo que son más de 600 los detenidos.

Bachelet presentará un informe sobre Venezuela el 5 de julio, publicó la agencia AFP.

“Esperamos que el informe no sea tímido como la declaración”, dijo Romero, quien dará “una oportunidad” para que ocurran las liberaciones.

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Antes de la visita de la alta funcionaria, el director para las Américas de Human Rights Watch, José Miguel Vivanco, dijo que Bachelet “tiene la oportunidad y la obligación de mostrarle al mundo la realidad de Venezuela sin maquillaje”.

Vivanco sostuvo que si Bachelet “no mide bien lo que dice y hace” podría terminar validando al gobierno de Maduro.

El mismo día de la partida de Bachelet desaparecieron cuatro uniformados, entre ellos un general de la aviación y dos comisarios policiales, que habrían sido detenidos por agentes de inteligencia, denunciaron familiares y activistas.

“Denuncio la desaparición de mi papá General de Brigada de la Aviación Miguel Sisco Mora, luego de ser detenido (...) Exigimos al gobierno información sobre su paradero”, dijo Stephanie Sisco, hija del oficial, uno de los desaparecidos. (I)