Como tantos obreros petroleros, Nieves Ribullen huirá de la crisis venezolana a la región kurda de Irak, en donde ganará más de $ 3.500, una fortuna comparado con los menos de $ 20 que lleva a su familia cada mes y que alcanza para un kilo de carne y un pollo.

El éxodo de unos 30.000 trabajadores del sector petrolero, a Canadá, Kuwait o Angola, significa que la producción de crudo del país –que ya está en su mínimo de siete décadas– probablemente no se recuperará en el corto plazo aun si son levantadas las sanciones económicas estadounidenses y sube al poder un gobierno afín al empresariado.

Venezuela era otrora uno de los cinco mayores productores de petróleo del mundo y producía 3,5 millones de barriles diarios en 1998 cuando Hugo Chávez fue elegido presidente y empezó la llamada “Revolución Bolivariana”. Hoy la estatal PDVSA produce menos de un tercio de eso. Los críticos lo atribuyen a la corrupción y la mala gerencia por parte del régimen socialista.

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El país con las mayores reservas mundiales de petróleo ni siquiera figura entre los mejores diez productores, indicó el portal efectococuyo.com en un artículo, en donde registra que la caída en la producción petrolera significó pérdidas por $ 24 mil millones.

En un discurso reciente, Maduro prometió aumentar la producción a 5 millones de barriles diarios, pero dio escasos detalles.

La firma Ecoanalítica estima que PDVSA pudiera dejar cancelar la deuda con Rusia y China, los principales socios financieros, y expone que en el peor de los escenarios, incluso, Venezuela pudiera dejar de exportar petróleo en este año.

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También se avizora que bajen más los envíos de crudo a Petrocaribe, un plan energético de cooperación creado en 2005 por Hugo Chávez y que ha destinado más de $ 28.000 millones a catorce países, que le han servido como respaldo diplomático y le han permitido a Maduro resistir un mayor aislamiento internacional.

Maduro sigue teniendo el apoyo de algunos países poderosos, como Rusia y China, que han invertido cuantiosas sumas en los campos petroleros.

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La actual crisis política y diplomática de Venezuela aumenta los riesgos de mayor sufrimiento económico en el corto plazo, así como el potencial de una mayor división política interna”, Fitch Ratings.

La crisis en varios frentes cargan a Venezuela con enormes deudas no solo con China y Rusia , sino también con entidades financieras privadas.

La agencia de calificación Fitch dijo que una reestructuración de la deuda de Venezuela podría demorar años, incluso en caso de una transición política.

Ribullen dice que hace 16 años cuando empezó a trabajar en PDVSA ganaba suficiente dinero para comprar un carro y llevar a la familia de vacaciones a Aruba. Ahora, después de trabajar, tiene que pasar horas frente al mercado para comprar comida. Él culpa a Chávez y Maduro por la crisis. (I)