En el Gran Bazar de Teherán, una multitud vestida de negro mira una obra teatral sobre la Ashura, máxima conmemoración chiita. En otra parte de la ciudad, unos jóvenes tatuados y con tejanos desgarrados asisten a una procesión.

Cada año, en torno al décimo día del mes musulmán del Muharram, los chiítas, mayoritarios en Irán, conmemoran el duelo de Ashura, en memoria del mártir Husein, nieto del profeta Mahoma, abatido en 680 por la dinastía sunita de los Omeyas en una batalla en Kerbala, en el actual Irak.

Se trata de la más importante celebración chiíta, en la que los fieles conmemoran este día sagrado en la expiación y el dolor: vestidos de negro, se golpean el pecho con la palma de la mano o la espalda con cadenas, gritando "¡oh, Husein!".

Publicidad

"Cada nación sigue viva gracias a su cultura, sus creencias y ritos" explica Rahim Jastu, profesor de estudios culturales de la universidad Azad de Karaj, al oeste de Teherán). "La Ashura, que desempeña un rol en (...) la identidad irani, es un ejemplo de ello".

El aplastante calor no disuadió a numerosos espectadores, jubilados, mujeres y niños, a asistir a la pieza teatral en el Gran Bazar.

"Combatir la opresión"

Publicidad

La mayoría de los hombres están vestidos de negro, igual que las mujeres, pero ellas en chador.

Los actores interpretan la historia de Husein, y de los últimos días de su vida, cuando rehusó el derecho al califa Yazid de gobernar el mundo musulmán.

Publicidad

Muchos ven en los acontecimientos puestos en escena una fuente de inspiración para su fe.

Sajjad Teymoori, un ingeniero civil de 28 años, considera la Ashura como un símbolo de lucha contra las persecuciones.

"Damos un gran valor al imán Husein ya que dio todo lo que tenía a Dios, para combatir la opresión y la tiranía" afirma.

En otros lugares de la capital las conmemoraciones acogen a un público bien diferente, como en el barrio de Aryashahr, donde residen iraníes de clase media.

Publicidad

Ahí, jóvenes iraníes, vestidos con "jeans" desgarrados y a veces tatuados asisten a un procesión. Algunas mujeres llevan camisas ligeramente abiertas.

Bajo la mirada de la policía, hombres y mujeres se mezclan, y se hablan, mientras transcurre la procesión.

Este tipo de escenas es cada vez menos inhabitual, pero para los conservadores semejantes escenas son inaceptables.

Enemigos del islam

Ehsan Hesabi, que asistió al espectáculo del Gran Bazar, considera que esas escenas son obra de los enemigos del islam.

"Quieren alejarnos del imán Husein, hacernos olvidar la sangre que derramó. El enemigo quiere separarnos culturalmente del duelo tradicional, que implica llorar por el imán Husein", asegura este zapatero de 34 años, sin especificar a quién se refiere la palabra "enemigo".

Responsables iraníes suelen reprochar a Occidente querer imponer su cultura a los demás.

Mehran Hoseini, que asistió a la procesión en el barrio de Aryashahr, cree en cambio que "cada cual puede hacer su duelo como quiera".

"La forma de vestirse es apenas una cuestión de gusto, no indica lo que cada uno cree en lo más profundo de sí mismo" afirma.

El universitario Jastu considera que una evolución es inevitable: "igual que las ceremonias son hoy diferentes de las de hace 30 años, éstas eran distintas también de las de hace 60 años".

Para él, el riesgo es sobre todo que la Ashura "pierda su sustancia y su significado esencial".

"Existe el riesgo de que el ritual se convierta en un carnaval que, aunque el tema sea el dolor y la tristeza, se convierta en la práctica en un pasatiempo divertido" indica. (I)