Una tijera, navaja barbera y peinilla han sido los utensilios de Wilfrido Solórzano (68) por más de 35 años. Él es uno de los pocos peluqueros que quedan y atiende en el centro de Chone, su peluquería La Mejor es un lugar reconocido por propios y extraños.

Su carisma, paciencia y un buen corte le han permitido ganar una amplia y fiel clientela, que lo ha seguido por cada lugar y espacio en el que ha montado su peluquería.

Desde 1980 dejó la docencia y se dedicó a esta profesión a la que hoy le agradece muchos de los logros alcanzados a nivel personal y familiar. “Lo que ganaba como profesor era poco, empecé a los 28 años a peluquear a mi gente”, señala con mucho orgullo.

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Si bien la peluquería es un oficio que aprendió en su adolescencia, fue mucho después que la convirtió en su profesión. “Me gusta mucho, con los primeros cortes ahorré y me compré mi primera silla de madera, que hasta hoy conservo en una esquina dentro de mi local”, asegura.

Solórzano comenta que antes todo era rudimentario, las máquinas eran las manos; pero los elementos modernos son de gran ayuda. “Ahora un corte de cabello lo realizo en 10 o 15 minutos, según el estilo que pidan”, dice. Su familia está muy orgullosa de él, porque gracias a su trabajo como peluquero han podido salir adelante.

Menciona que tiene muchos clientes que lo visitan muy frecuentemente como Carlos Caicedo, Freddy Zambrano; con él empezó en este trabajo Mario Cedeño, compañero de local ahora. Recuerda también que por su tijera pasaron las cabelleras de León Febres-Cordero, a quien en plena campaña electoral le hizo un corte de cabello en 1983, exalcaldes, diputados.

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Santo Erazo, morador del barrio Santa Martha, da testimonio de esta labor. “Desde hace 20 años soy un fiel cliente de don Wilfrido, desde que él me realizó el primer corte de cabello he continuado viniendo a La Mejor, porque sé del trato con el que me atienden aquí”, expresa. (I)