El paso del cuencano José Serrano Salgado por la presidencia de la Asamblea fue fugaz. Le faltaban tres días para cumplir diez meses al frente de la Función Legislativa. Fue elegido para estar dos años.

El pasado viernes, con 103 votos a favor, fue destituido del cargo tras el escándalo del audio de la conversación telefónica con el excontralor Carlos Pólit, prófugo de la justicia, que fue divulgado por el fiscal general, Carlos Baca, para demostrar un presunto acuerdo para sacarlo del puesto.

Como cabeza de la Asamblea, Serrano impuso, el 24 de mayo del 2017, la banda presidencial a Lenín Moreno, a quien se alineó en los primeros meses de su gestión, pese a haber sido un cercano y leal colaborador del expresidente Rafael Correa. Meses después sería el propio mandatario quien le pidiera “admitir su error y afrontar las consecuencias”.

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En la campaña del 2017, Serrano lideró caravanas a favor de Moreno, recorrió las provincias junto con él y fue el asambleísta más votado.

Abogado de profesión, llegó a la actividad política en el 2005, como ministro de Trabajo en el gobierno de Alfredo Palacio; ya en el régimen de Correa ocupó varios cargos desde el 2007: fue subsecretario de Minas y Petróleos; ministro de Justicia y del Interior. Lideró la lista nacional de Alianza PAIS.

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Recién elegido legislador, en mayo pasado, fue pieza clave para un acercamiento entre Moreno y el exmandatario Abdalá Bucaram Ortiz, que buscaba retornar al país tras la prescripción de los procesos penales en su contra. Por ello viajó a Panamá con Eduardo Mangas, exsecretario de la Presidencia de la República.

Serrano nunca explicó cuál fue su rol entonces. Solo indicó: “Lo que sí le puedo decir es que esos son los costos de proteger y defender a este proceso político y, en ese proceso político, a nuestro vicepresidente de la República, Jorge Glas”.

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En cambio, sí dio detalles de sus gestiones para traer al país desde Estados Unidos a Carlos Pareja Yannuzzelli (‘Capaya’), exministro de Hidrocarburos, procesado penalmente por supuestos actos de corrupción.

Según el expresidente de la Asamblea, tuvo contacto con una persona allegada a ‘Capaya’, y concertaron su entrega a la justicia, en agosto. Aseguró que de esa operación sabía el presidente Moreno.

Ambas acciones provocaron fuertes críticas en AP. Algunos de sus entonces coidearios, los afines a Correa, aseguraron que se había prestado para concretar un acuerdo con los Bucaram, y que buscaba ser vicepresidente de la República.

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En julio, Serrano hizo una declaración juramentada señalando que no tenía interés en reemplazar a Jorge Glas.

Pero en un acto público, en Manabí, Serrano pidió al exvicepresidente dar un paso al costado para dar paso a la investigación del caso Odebrecht.

Para la exsecretaria de Gestión Política, Paola Pabón, de las filas del correato, Serrano se distanció de su papel de presidente de la Asamblea. Pero reconoce que fue un pilar para el Gobierno para sostener a AP y la bancada cuando se dio la ruptura entre Moreno y Correa.

Sofía Espín, también excoidearia, dijo que Serrano nunca superó su rol de ministro del Interior, y eso se observó en el “pacto con Bucaram y con el regreso de Capaya”. Esas actividades no son compatibles con las de un legislador.

Desde la oposición se cuestiona su manejo de la Asamblea, pues, a su criterio, durante meses ha estado paralizada sin agenda legislativa. Esto porque, en medio de la ruptura de AP, Serrano trataba de “quedar bien con uno y con otro grupo”, y termina “obstaculizando los temas importantes”, afirmó hace pocas semanas Fabricio Villamar (CREO). (I).