La expectación era máxima en su primera aparición pública. Salah Abdeslam, único miembro con vida de los comandos yihadistas que mataron 130 personas en París en noviembre de 2015, compareció, pero se negó a responder a las preguntas de un tribunal que le juzga en Bruselas por un tiroteo en marzo de 2016.

“No deseo responder a ninguna pregunta”, aseguró. La presidenta del tribunal, Marie-France Keutgen, volvió a intentar. “No tengo ganas de responder, ¡estoy cansado!”, subrayó sentado y con la voz, en esta ocasión, teñida de agresividad.

¿Por qué quiso entonces acudir al juicio? Esa pregunta pareció sacarlo de sus casillas. “Me pidieron que viniera y simplemente vine”, “mi silencio no me convierte ni en culpable ni en un criminal”, agregó.

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“Ahora, júzguenme, hagan lo que quieran de mí. Es en mi Señor que yo pongo mi confianza”, dijo y desafío: “No tengo miedo de ustedes, no tengo miedo de sus aliados, de sus asociados, pongo mi confianza en Alá y, eso es todo”.

Abdeslam también recitó la shahada, la profesión de fe islámica, ante una sala estupefacta. La fiscalía federal belga solicitó una pena de 20 años de prisión para Abdeslam.

El proceso se considera un preámbulo del que tendrá lugar en Francia por los atentados de París en una fecha por confirmar. (I)