Fundó el negocio sin querer incursionar en él porque asociaba la carpintería con la pobreza, pero lo hizo para ayudar a su papá, un artesano que atravesaba problemas económicos en su taller de muebles en Cuenca.

Era 1976 cuando Roberto Maldonado Álvarez, entonces de 27 años, abrió el primer almacén de Colineal para vender las confecciones de su padre.

Para alcanzar esa meta y continuar en el negocio, sabía que tenía que ‘aventurarse’ a implementar cambios. Así lo hizo y no ha dejado de hacerlo durante los 40 años de la compañía.

Publicidad

Maldonado, ahora de 67 años, afirma que varios factores contribuyen al ‘éxito’ de Colineal, pero dos son claves: la predisposición a cambiar y el constante aprendizaje.

“Cuando yo comencé no sabía nada de producción. Es más, no me gustaba la carpintería porque le vi a mis padres pobres. Entonces yo quería zafarme de ese asunto. Pero vea usted las cosas cómo se dieron”, cuenta entre risas este ingeniero comercial que aspiraba a ser profesor.

Maldonado divide los 40 años de Colineal en dos etapas, cada una de 20 años: la primera fue para “aprender a producir”, y la segunda para consolidarse en la venta al retail.

Publicidad

Él cree que en esta última etapa, un viaje que hizo a Estados Unidos influyó en la ‘marca’ de sus locales.

“Nos dimos cuenta de que el negocio de muebles se debía vender a través de tiendas grandes”, afirma el presidente ejecutivo de Colineal.

Publicidad

La compañía, que empezó con un almacén en Cuenca, ahora cuenta con 22 a nivel nacional y cuatro en el exterior.

“El cliente quiere llevarse como está aquí: todo el ambiente, con sus lámparas, cojines, adornos. Entonces ahora el reto es encontrar la forma de entregarle al cliente lo que él vio en nuestros almacenes”. (I)