Con actos simples, ya sea reciclando la basura, recogiendo tapas de plástico, sembrando un árbol o con la compra de artículos usados. Estas acciones enmarcan las formas como los ciudadanos pueden contribuir en las tareas de conservación. Algunas de estas iniciativas provienen de empresas o de fundaciones.

Es el caso de Isabel Romero, directora y gestora de la Fundación Mingas por el Mar, quien en la cuenta de YouTube de esta ONG cuenta cómo en sus viajes por el mundo con su esposo ha encontrado plástico en las playas. De ahí surgió la idea de crear la alfombra más grande del mundo con el reciclaje de las tapas de plástico de las botellas. “(Con esto se) busca llevar la atención hacia nuestro consumo desmedido de materiales que consideramos descartables, pero que están causando graves problemas al medio ambiente y promover habilidades manuales, trabajo en conjunto...”, dice Romero.

La exposición de estas alfombras, como parte del proyecto Ayni –que significa cooperación y solidaridad recíproca en quechua– (11 x 11 tapitas, que es el número que se necesitan de ancho y de largo para crearlas con un total de 121), empezó ayer y tiene previsto culminar hoy en la explanada de La Bota en el malecón del Salado, en el centro de Guayaquil.

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Los fondos que se recauden serán destinados a continuar con la labor de limpieza de playas y educación que realiza Mingas por el Mar, así como también para un proyecto de la fundación Kahre.

Pero esta no es la única opción de reciclaje. La firma Ecuaplastic fabrica un producto que ha denominado ecopack, que son cubiertas y tableros para interiores y exteriores realizados de las materias primas recicladas de los envases de tetrapack, que se usan para envasar leche, jugos azucarados...

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Édgar Mora, gerente general de Ecuaplastic, afirma que ya se han construido tres casas, cuyas estructuras son de hierro, con el uso de este material. En la construida en Colope, en la costa de Esmeraldas, se usaron 10.700 kilos de ecopack, entre tableros para exteriores e interiores, para un área de construcción de 144 metros cuadrados. Esto significó 36 mil kilos del material tetrapack, que equivale a cerca de un millón de cartones de un litro. El precio depende del diseño, indica Mora. La de Esmeraldas costó $ 350 por m², es decir, alrededor de $ 50.000.

Para la fabricación de ecopack se usa un material denominado polialuminio más el tetrapack, pero el problema es que lo que se recicla en Ecuador no cubre la demanda. “Por ello traemos la materia prima de Brasil, Malasia y España. Un 15% del tetrapack se recicla en el país, el resto va a los botaderos de basura”, señala Mora.

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Otras empresas como la ensambladora de autos General Motors ejecuta un programa de reforestación de los linderos (bordes externos) como un primer paso en la recuperación de especies nativas en la parroquia Calacalí, en el norte de Quito, junto con fundaciones y escuelas del sector. Este plan, que tendrá una segunda fase en este mes, incluye capacitación en temas de educación ambiental a los estudiantes involucrados.

Fernanda Chávez, especialista ambiental de la empresa, sostiente que, actualmente, la industria automotriz busca ser amigable con el medio ambiente. “Nuestra política ambiental, a nivel mundial, se encuentra orientada a la sustentabilidad de sus procesos, productos y servicios a través de la protección de los recursos naturales. En Ecuador trabajamos en varias líneas para acciones de preservación, implementación de tecnología limpia... educación a actores sociales, trabajo conjunto con el Gobierno para desarrollo de programas y políticas que favorezcan la conservación del planeta”, indica.

A esta lucha ambiental también se suman plataformas digitales como OLX Ecuador. Esta compañía tiene como objetivo que la ciudadanía conozca que con la compra o intercambio ya sea de un celular, un vehículo o electrodomésticos usados, ayudan al ambiente.

Su gerente nacional, Rafael Portilla, asegura que mediante un estudio donde se analizó el ciclo de vida de cada aparato determinaron que su aplicación ayudó en la reducción de emisiones de carbono. “Entre marzo del 2016 y marzo del 2017 se comercializaron productos de segunda mano y se evitó que 505.391,56 toneladas de dióxido de carbono vayan a la atmósfera”, dice. (I)

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