La muerte violenta en Manabí de tres albañiles que construyeron varias caletas para esconder el dinero que pagaba la logística del lucrativo negocio del narcotráfico que Édison Washington Prado Álava, alias Gerald, lideraba desde hace dos años entre Ecuador y Colombia, refleja la fuerza con la que el manabita de 35 años manejaba su organización.

Una sospecha de que las víctimas le habrían robado $ 3 millones y la mala suerte de saber donde estaban las caletas del ‘capo’, como califican las autoridades de Colombia al ecuatoriano, firmaron la sentencia de los humildes trabajadores.

Estos asesinatos, junto al de un menor, son los cuatro que hasta el momento la Fiscalía de Ecuador, en seis meses de investigaciones, relaciona con la organización narcocriminal conocida como Los Orejas.

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Con 22 años, Gerald llamaba la atención de sus entonces violentos patrones de la droga en Colombia: Los Rastrojos, Los Comba, La Oficina de Cobro de San Andrecito y La Oficina de Envigado, por ser un lanchero arriesgado que ganaba $ 50.000 por cargamento colocado en las costas de países de Centroamérica o México.

Años después, explica la fiscal de Pichincha, Thania Moreno, él se involucró en el sicariato en Ecuador y empezó su ascenso en la cadena de mando.

Varios delitos

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Según investigaciones locales, la banda dedicada al sicariato, así como la organización tanto en Colombia como en Ecuador, estaba integrada por ciertos familiares de Prado Álava, mantenía relaciones con el grupo delictivo de Los Choneros e incluso habría colaborado con la fuga de 18 más buscados, en febrero del 2013, de la cárcel La Roca, en Guayaquil.

Tráfico ilegal de personas (Manta, 2008), tráfico ilícito de estupefacientes (Esmeraldas, 2013), asesinato (Manta, 2015 y 2017) y tentativa de asesinato (Manta, 2017) son parte de las siete causas legales que registra la página web de la Función Judicial ecuatoriana al colocar la identidad de alias Gerald.

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Manabí, Guayas y Esmeraldas son la provincias en las que operaba el grupo de sicarios de Gerald.

La misión del brazo armado, cuenta un oficial antinarcóticos al que llamaremos Carlos, por seguridad, era controlar todo el paso de droga por las costas de Manabí y Guayas; mientras que en Esmeraldas era la de servir de seguridad para cargamentos de droga que tomaban aguas del Pacífico desde la localidad colombiana de Tumaco.

La modalidad de “gancho ciego” usada para llenar de droga contenedores que salían al extranjero desde los puertos de Guayaquil y Manta; así como el envío semanal a Centroamérica y México de alijos de droga por medio de una flotilla de lanchas rápidas o go fast, fueron los mecanismos que ayudaron desde Ecuador para que Gerald ingresara básicamente a Estados Unidos, entre 2015 y 2017, cerca de 250 toneladas de cocaína.

'Pablo Escobar' ecuatoriano

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El año 2010 llegaba para un Prado Álava radicado en Cali, Colombia. Desde ahí, el conocedor de cultivadores, procesadores, rutas y compradores internacionales de cocaína de a poco tomaba el control del negocio del narcotráfico en la parte sur colombiana, zona que para esos años atravesaba una fragmentación de los grupos delictivos.

Moreno cree que no es exagerada la comparación que se hace desde Colombia de Édison Prado Álava con el líder del desaparecido cartel de Medellín: Pablo Escobar.

Para la fiscal, la capacidad de Gerald para controlar en dos años todos los eslabones de la cadena del narcotráfico (producción, logística, rutas terrestres, marítimas...), el sicariato, la compra de autoridades e incluso el querer incursionar por medio de terceros en la política, hacía ver la peligrosidad y los alcances del narcotraficante.

Luego de que el Departamento de Drogas de EE.UU. (DEA, en inglés) alertó de la existencia de la organización transnacional más sofisticada y tecnificada del Pacífico, la cual era liderada por un ecuatoriano, Colombia y Ecuador, en octubre del 2016, iniciaron una investigación conjunta. El objetivo: capturar a Gerald para extraditarlo a Estados Unidos.

La historia del ecuatoriano llegaba a su final el 12 de abril pasado, cuando era detenido en una carretera del sur de Colombia. Él había ingresado de forma ilegal por Ipiales en una camioneta blindada y pretendía llegar a Cali, donde lo esperaba una mujer que lo convenció de realizar un paseo.

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Junto con Prado Álava eran aprehendidos los colombianos Robinson Castro, su jefe de producción; Diego Arizala, coordinador de monitoreo de equipos satelitales; Luis Ortiz, coordinador de producción; y su lugarteniente en Cali, el también manabita Adrián V.

Un día después de la captura, la estructura en Ecuador era golpeada por 20 allanamientos en Guayas y Manabí. Entre los once detenidos que dejaba la operación Sol Naciente estaba el brazo financiero de Gerald, Julia M.; sus jefes de seguridad, Kelvin M. y Pedro G.; y el capitán de Policía Fredy Z., quien entregaba información privilegiada a la organización de operativos e investigaciones.

También se apresaba a los abogados César G. y Olga M., a quienes se los ubica en la red como coordinadores. Seguimientos policiales revelaban que estos tenían la labor de defender a los integrantes de la banda en procesos judiciales y además recoger datos de fiscales, jueces y policías que los investigaban.

Inicialmente buscaban amedrentarlos, pero la idea final era eliminarlos, sostiene el agente Carlos.

La agrupación de Gerald habría realizado fuertes amenazas contra fiscales de Manabí y Pichincha que conocían sus casos, recuerda la fiscal Moreno. Las amenazas habrían sido tan graves, señala la funcionaria, que en un caso ya existía información del control que hacía un sicario a una miembro de Fiscalía.

En Ecuador, el operativo no dejó droga incautada, pero ha decomisado hasta el momento más de $ 14,5 millones en cinco caletas descubiertas en tres inmuebles allanados.

Caletas en casas residenciales

En Guayaquil, en una casa de la urbanización Puerto Azul se encontraron tres caletas con un total de $ 10,1 millones, mientras que en una vivienda en la ciudadela Los Ceibos se descubrieron más de $ 1 millón. En Manta, en una edificación del sector 4 de Noviembre, se hallaron bajo el piso de una de las habitaciones $ 3,2 millones.

El fiscal del caso, de quien omitimos por seguridad su nombre, señaló que esta semana se encontró una caleta más. El día de la entrevista aún no se terminaba de contar el dinero descubierto.

A decir de Moreno, el dinero “encaletado” en viviendas de todo tipo de nivel económico, era usado por la organización para pagar costos de logística en Ecuador. Según ella, dentro de estos costos está el pago de trabajadores, equipos, viviendas, movilización, así como también coimas para funcionarios públicos y privados y el pago de asesinatos.

Las “caletas” para Gerald, explica uno de los agentes del caso, eran lugares de celoso cuidado. Un moderno sistema de videovigilancia dentro y fuera de las casas en las que estaba escondido el dinero, instalado por técnicos traídos desde Colombia, permitía dar monitoreo las 24 horas del día. Ese hecho habría dificultado el acercamiento a los objetivos que la Policía seguía.

Proceso de extradición

Aunque los abogados en Colombia de Édison Prado Álava buscan beneficiarse del proceso de paz que vive ese país para dar de baja la extradición a Estados Unidos, alegando que su cliente no es narcotraficante, sino guerrillero, en Ecuador las autoridades continúan trazando las rutas del dinero producto del narcotráfico de Gerald.

Actualmente se procesa a los once detenidos en Ecuador por el delito de organización o financiamiento para la producción o tráfico ilícito de drogas, pero no se descarta iniciar causas si se comprueba que hubo financiamiento económico para la campaña política para una candidata para asambleísta por Manabí o la existencia de delitos conexos como el lavado de activos. (I)