Rocío Cobos, de 20 años, lucía nerviosa. Acompañada de varios familiares y amigos esperaba que regresara su novio Andrés Ribadeneira con una bebida caliente. Ambos habían escogido el día de ayer para contraer matrimonio en las oficinas del Registro Civil ubicadas en avenida 9 de Octubre y Pichincha, pero el sismo de magnitud 5,2 registrado a las 08:26 retrasó la ceremonia.

En los bajos de la plaza Vicente Rocafuerte (antes plaza San Francisco), en Pedro Carbo y 9 de Octubre, la joven caminaba un poco impaciente en medio de oficinistas, loteros, vendedores y transeúntes que, también entre nerviosos y calmados, se concentraron ahí luego de ser evacuados, algunos de sus lugares de trabajo ubicados en pisos superiores.

El movimiento de ayer, que no se trató de una réplica del terremoto del sábado pasado, tuvo su epicentro en el mar entre Posorja y la isla Puná, informó el Instituto Geofísico de la Escuela Politécnica Nacional.

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La cotidianidad en el centro de la ciudad se alteró en entidades públicas como el Registro Civil, la Defensoría del Pueblo y la Corporación Financiera Nacional (CFN) y Corporación Nacional de Telecomunicaciones (CNT). Además de locales comerciales y de comida.

Ernesto Castillo, de 61 años, contó que se encontraba en el primer piso de la CFN, que funciona en el edificio del Banco Central, cuando sintió el sismo. “Empezábamos las labores cuando se sintió un movimiento fuerte... Salimos por las escaleras con los guardias”, dijo.

Él también sintió las réplicas de la noche del jueves que se percibieron en Guayaquil y en las provincias de Manabí, Esmeraldas y Los Ríos. “Uno tiene que adaptarse, pero no es fácil porque con todo lo que ha pasado uno está tenso” , señaló Castillo que esperaba retomar su trabajo minutos después.

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Carlos Henríquez y su esposa Rosa Holguín viajaban en la Metrovía cuando vieron gente concentrada en las plazas Rocafuerte y de La Merced. “Dijimos algo está pasando y al llegar nos señalaron que era temblor”, comentó Henríquez.

Holguín esperaba sentada en una de las bancas de la plaza que pasara la tensión. “La gente está muy nerviosa. Mis hermanas y mamá que viven en el suburbio nos llamaron anoche (el jueves) preguntándonos preocupados si habíamos sentido el temblor”, señaló.

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Desde que ocurrió el terremoto de magnitud 7,8 en la escala de Ritcher el sábado 16 de este mes, algunas familias han modificado sus horarios de descanso. Carlos y Rosa, que viven en Bastión Popular, señalaron que antes se acostaban cerca de las 21:00, pero ahora se quedan despiertos hasta las 22:00 o 23:00. “Estamos pendientes de las noticias, porque mi esposo tiene familia en Manabí que gracias a Dios están bien”, señaló la mujer.

Georgina Arévalo, de 76 años, dijo que cuando ocurren emergencias como el terremoto del sábado no reacciona en el momento sino que se queda quieta. Expresó que en su sector, en Los Ceibos, ha percibido nerviosismo entre los vecinos. “Son momentos de reflexión y de pedir perdón a Dios”. (I)

Otros datos
Escenarios

En barrios
El sismo de magnitud 5,2 alarmó nuevamente a los ciudadanos de Guayaquil que perciben en sus trabajos y en los barrios un clima de tensión. María Cepeda, que habita en la cooperativa Pancho Jácome, señaló que ella y algunos de sus vecinos se mantienen despiertos hasta pasada la medianoche. “A veces estamos hasta la una y dos de la madrugada afuera en los portales”, indicó.

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