A Olivia Zambrano aún le duelen los talones y las piernas. Dice que son secuelas del chikungunya que padeció hace seis meses y que afectó también a otros nueve miembros de su familia, todos de la parroquia Picoazá, en Portoviejo, Manabí.
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La falta de agua que lleva a las personas a almacenarla sería uno de los factores para la proliferación de los mosquitos.
A Olivia Zambrano aún le duelen los talones y las piernas. Dice que son secuelas del chikungunya que padeció hace seis meses y que afectó también a otros nueve miembros de su familia, todos de la parroquia Picoazá, en Portoviejo, Manabí.
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