Participaba de un coctel en Quito, al que también asistía como invitado el presidente León Febres-Cordero, cuando los grupos con los que cada uno andaba comenzaron a aproximarse. “De repente sin saber cómo, me encontré frente a Febres-Cordero, entonces alguien del grupo dijo: ‘presidente, le presento a Roque Maldonado, el caricaturista de El Comercio. Él me regreso a ver y me dijo: ‘Ahhh, con que es usted! Oiga Roque ¡por qué usted siempre me hace caricaturas en contra! ¡Todas son en contra! Yo quisiera que alguna vez me haga una caricatura a favor. Tan solo una. ¡Solo le pido una!”. Roque, dedicado hace 56 años al oficio de caricaturista, le respondió: “Encantado, presidente, pero deme un tema…”. 

PDF de denuncia de organizaciones contra Bonil.

La anécdota se reseña en el libro Historia del Humor Gráfico en el Ecuador en una entrevista que le hace Xavier Bonilla, Bonil, caricaturista de EL UNIVERSO y compilador y autor de la obra, a Roque, en un repaso por el proceso que ha vivido este recurso gráfico a través de las épocas. Pero también evidencia la naturaleza misma de la caricatura, según los caricaturistas: su irreverencia para contar la realidad a través del humor, la ironía, la sátira.

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Caricatura de Bonil sobre el gobierno de Fabián Alarcón

 

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Lea la resolución de la CORDICOM sobre el caso

“La caricatura como un instrumento de ataque siempre hubo y es la raíz de la Revolución Francesa que toma un giro diferente y se establece como una especie de recurso contra el poder. Entre los nobles se molestaban con dibujos y mensajes pero en hojas volantes porque no había imprenta. Cuando nace la imprenta la gente se vuelve partícipe de este tipo de ironía”, señala Pancho Cajas, caricaturista de El Comercio.

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Caricatura de Bonil sobre el gobierno de Gustavo Noboa

En el Ecuador, la caricatura en sus inicios no estuvo alejada de la tendencia de otros países de mostrarse vinculada a una militancia partidista e ideológica. En este caso, en la oposición entre conservadores-liberales. Por ejemplo, en el Archivo Histórico del Banco Central reposa una caricatura denominada ‘Alfaro y sus ministros’, en las que se ven graficados como animales.

A fines del siglo XIX y comienzos del XX surgen revistas y periódicos con caricaturas alineadas, o cuyos dueños eran integrantes o estaban asociados a algún partido. En 1884 apareció El Murciélago, revista que marca la ‘época dorada’ de la prensa satírica. También surge El Perico (1885), cuyo creador, Francisco Martínez Aguirre, era militante liberal y ministro de Alfaro.

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Caricatura de Bonil sobre la popularidad de Jamil Mahuad frente a la subida del dólar.

En los años 30 y 40 en los diarios surgen espacios para la caricatura de temas costumbristas o de interés local, pero lo fuerte en general siempre ha sido la caricatura política, dice Bonil.

“La caricatura política, a diferencia del discurso político, tiende al desenmascaramiento de los discursos de los políticos a través de los recursos retóricos para hacer ver lo que se enmascara por los políticos, quienes también a su vez recurren a la retórica para enmascarar los fracasos de ‘sus’ políticas públicas”, señala el artículo La caricatura política: sus funcionamientos retóricos, publicado en el 2011 en la revista Razón y Palabra.

Por eso a lo largo de la historia ha originado choques con el poder. A partir del siglo XX la caricatura tiene una producción más abundante, con revistas que se alejan de la militancia, como Caricatura (1916-1920), que era más de inclinación literaria; Semana Gráfica, Co-co-ri-có y Zumbambico y más adelante en No sea hueso, La Bunga, El Duende.

“Abajo el Gobierno, abajo los municipios, abajo los partidos políticos. ¡Viva La Bunga! Antes de que nos digan (nos adelantamos): cierto es que somos envenenados. Nuestro propósito es reírnos de la política, de usted, del Gobierno, de nosotros mismos”, decía en su edición inicial la revista La Bunga.

Durante la dictadura del Gral. Guillermo Rodríguez Lara emitió un decreto para obligar a los medios a ceder media página al gobierno. La Bunga ironizó sobre el hecho al ceder también medio espacio en la caricatura.

A mediados del siglo XX el desaparecido diario El Sol y El Comercio se convierten en medios que de a poco incorporan la caricatura en su edición diaria. Asdrúbal de la Torre, quien firmaba en sus inicios como Gato, fue uno de los precursores en El Comercio. Asdrúbal es, a decir de Cajas, el decano vivo de una generación de caricaturistas que satirizaron momentos de la vida política del país, entre ellos Galo Galecio, Guillermo Latorre, Efraín Diez, Enrique Terán, Carlos Andrade, Virgilio Salinas.

EL UNIVERSO incorporó caricaturas primero costumbristas y luego de temas políticos. Una de ellas le costó la clausura por 13 días, el 9 de junio de 1937. En el dibujo se observaba al mandatario Federico Páez, en una cena en el Círculo Militar. Al final se leía: “ Todo está muy bien, pero tengo el pálpito de que saliendo de aquí alguien me va a besar”. Él la consideró “lesiva para el Ejército ecuatoriano”.

Joselo Romero, Joseph, caricaturista de diario Expreso, dice que en la época de la dictadura hubo una restricción fuerte al oficio, lo que no se entiende es que hoy sean tiempos difíciles cuando hay un régimen demo

crático. Pancho Cajas, cuya pluma ha dibujado a 13 presidentes, bromea con que es un número de mala suerte porque este es el tiempo más difícil que le ha tocado enfrentar en su carrera.

Lo dicen en alusión a procesos inéditos en la historia de la prensa gráfica: la multa de $ 90 mil a EL UNIVERSO en febrero de 2014 por una caricatura que la Supercom (entidad creada a partir de la Ley de Comunicación) consideró que tomaba posición institucional ante un proceso legal y la orden a Bonil de rectificar una caricatura.

“Los caricaturistas llegamos a ser como las palomas que le quitamos el brillo a las estatuas”, dice Bonil, que mañana irá a otra audiencia de juzgamiento por una caricatura (ver vinculada).

No es el único hecho. En enero pasado El Comercio recibió una carta del secretario de Comunicación, Fernando Alvarado, por una caricatura de Roque sobre la multa impuesta por la Supercom al alcalde Mauricio Rodas. “Al parecer, ciertos caricaturistas no comprenden todavía los límites éticos del humor. Si la crítica humorística no se sustenta en la veracidad de los hechos y confunde –deliberadamente– conceptos o las funciones de las instituciones del Estado, se convierte en una difamación”, dice la carta.

Los caricaturistas coinciden en que los límites no pueden estar impuestos por un funcionario o entidad, sino que parten de cada uno a la hora de dibujar. “Limitarse al hacer una caricatura es como perder un poco de oxígeno y sobrevivir con un medio tanque, la libertad de expresión es el oxígeno de la caricatura”, dice Cajas. Recuerda que una vez entrevistó al humorista gráfico argentino Roberto Fontanarrosa sobre qué pasa con el humor en épocas de crisis. Su respuesta, dice, le quedó grabada y es hoy más oportuna que nunca: “En época de crisis el humor es un artículo de primera necesidad”. (I)